Alertan así sobre la peculiar estrategia de cría de estos pequeños cérvidos, ahora que comienzan a nacer las crías. “Cada vez con más frecuencia se produce la recogida de ejemplares recién nacidos por parte de senderistas y visitantes que confundidos por el comportamiento de cría de esta especie, ocasionan todos los años un gran número de pérdidas”.
La razón está en las peculiaridades evolutivas de estos animales, que apenas pesan dos kilos al nacer. Tan pequeños, “no están preparados para seguir a la madre, ni para huir de los depredadores. Su mejor defensa es permanecer inmóviles entre la vegetación, pasando desapercibidos”, explican.
A esto se le llama estar ‘encamados’. Su pelaje moteado con una librea con dos líneas de manchas de color blanco en el dorso les hace mimetizarse con la vegetación en la que permanecen escondidos. La madre estará cerca, escondida de forma discreta, y sólo se acercará lo imprescindible para amamantarles y limpiarles para que no emitan ningún tipo de olor. Así se protegen de los ataques de depredadores como el zorro y, esto es muy importante, es la razón por la que no se deben tocar, porque se impregnarían de un olor extraño.
“Si observas alguna de estas crías de corzo durante estos días recuerda que no está abandonada ni enferma y que su madre la vigila, por lo que lo más adecuado es no tocarla ni permanecer cerca de ella mucho tiempo”, recuerdan. Este año, con la sequía que ha disminuido drásticamente la cobertura de vegetación en los prados, que es donde los corcinos se encaman, es especialmente importante seguir las recomendaciones del Parque Nacional.
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