Con cinco años de historia, la Escuela de Baloncesto del Colegio San Ignacio de Loyola está experimentando un rápido crecimiento. Este proyecto deportivo arrancó con la implicación de la comunidad educativa: la entrenadora y jugadora Piluca Guil -madre de dos alumnos-, es el alma y motor desde los inicios. Junto con otro padre y antiguo entrenador, Pablo Burgué, se ha reunido la filosofía del deporte colegial como ampliación pedagógica del aula. Además cuenta con una alianza estratégica: el Club de baloncesto Torrelodones firmó un convenio en el verano del 2015 para ampliar recursos técnicos en esta Escuela y potenciar las instalaciones deportivas del colegio.