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Reportaje

La historia de cómo Las Rozas se convirtió en un gran plató cinematográfico justo cuando la carrera de su promotor, Samuel Bronston, entraba en decadencia daría material para una buena película, una de esas historias más grandes que la vida misma que tanto se llevaban en los 60 y algunas de las cuales se rodaron en Las Rozas.

La villa de Torrelodones no se crea hasta 1658. Enclavada en un territorio de paso hacia la meseta Norte desde la Antigüedad, cuenta con una torre-vigía propia de los cruces de caminos. De los familiares de la atalaya se pasaría a la “alquería” o comunidad rural, hasta que la Villa va surgiendo alrededor de este enclave ideal para la parada y fonda. Llegando al siglo XX aún se mantenía siendo un “pueblo-calle” como casco urbano. No obstante, antes de ser Villa, fue pedanía de Galapagar y dependía del escribano-Secretario de esta circunscripción, pero no se conserva allí mucha documentación. Otra de las circunstancias territoriales es que fue entregada en propiedad como moneda de cambio de favores reales formando parte de la Comarca del Real de Manzanares.

No sabemos si será el radón, la niebla o ese cielo de un azul tan especial que corona las montañas y que tanto gusta a muchos de sus artistas, pero lo cierto es que Torrelodones disfruta del privilegio de acoger, entre sus ciudadanos, a una amplia comunidad de actores y actrices, directores de cine y teatro, guionistas, músicos, bailarines… Muchos profesionales consagrados pero también centenares de personas que se dedican a esto por amor al arte, que en vez de irse a casa después de trabajar a ver la televisión, se van a ensayar una obra de teatro, a cantar, a tocar en un grupo o a escribir su próxima producción teatral.


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