Con Patrimonio Etnográfico nos referimos a todo aquello que es inmaterial, como tradiciones, fiestas, cantos, ropa, muebles, enseres… y también se incluye en este estudio el patrimonio industrial para incluir todos los aspectos de la vida laboral de la gente, por ejemplo, en la zona de la Sierra, las tradiciones de la cantería, sus herramientas, costumbres…
Ha sido difícil, explica Isabel Pérez Van Kappel, vicepresidenta de la Sociedad, encontrar elementos patrimoniales de este tipo que sean específicos de Torrelodones. “Las tradiciones de Torrelodones son muy parecidas a las de Colmenar Viejo e incluso a las de Segovia, las ropas, cantes, bailes, uso de las plantas… ni siquiera tenemos una Ermita para hacer una Romería, que podría ser algo distintivo”.
De momento, para lo que sí ha servido el estudio es para profundizar, en el apartado de etnomedicina, en la historia de Doña Eulalia, la curandera que ejerció en La Colonia desde la posguerra hasta los años 70. Una figura con una gran repercusión fuera de Torrelodones a la que venía a visitar gente desde Madrid, Ávila o Segovia, que apareció en el ABC, y a la que se refirieron varios escritores como César González Ruano, al que trató, y Emilio Romero.
“Recurría a diversos métodos terapéuticos, tales como la imposición de manos, los masajes o el uso de hierbas medicinales”, relata. “Tampoco rehuía hacer hechizos, y al final también daba medicamentos”. Además, se cuenta que tenía “dotes premonitorias” y una gran “intuición psicológica”. Cuentan sobre esto que en una ocasión “estaba pasando la consulta, lo dejó y salió corriendo al guardagujas para advertirle de que se iban a chocar dos trenes, y efectivamente consiguió que no se chocaran. Esto no sé qué tiene de leyenda, me lo han contado por varias partes”.
Además de la historia de Doña Eulalia, la Sociedad Caminera también ha añadido al estudio los corrales que existen en lugares como Las Marías, que estaban realizados en piedra seca y estaban destinados a guardar el ganado. También se han encontrado documentación sobre las celebraciones de los quintos, que eran los jóvenes que iban a hacer la mili en el año, así como las tradiciones asociadas a ellos, como su cena anual, la rodada de naranjas en Carnaval…
La pena, lamenta Isabel Pérez Van Kappel, es que mucho se ha olvidado. “No es hubiese una tradición riquísima en Torrelodones, pero queda poco, igual que ya no queda prácticamente ningún rinconcito con ese aspecto de pueblo serrano”, explica.
Aún así, continúan en el proyecto. A finales de 2022 presentaron los primeros frutos de su trabajo, aunque la tarea no está ni mucho menos terminada, “queda mucho por hacer y nuestra idea es que en la medida de nuestras capacidades, y mientras nos sigan dejando acceder al sistema, seguir aportando datos”, explica. “Es importante ir recopilando lo poco que queda para que no se pierda definitivamente del todo. Los datos están ahí y forman parte de la memoria del Pueblo y es importante que estén recogidos”. Un trabajo en el que ha querido agradecer la colaboración del Archivo Municipal y de Antonia Criado, la archivera.
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