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El viaje de Pablo Urrutia de Torrelodones a Bucarest en busca de refugiados ucranianos
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(Foto: Pablo Urrutia)

El viaje de Pablo Urrutia de Torrelodones a Bucarest en busca de refugiados ucranianos

Por Mabel Cazorla
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No es la primera vez que Pablo Urrutia trae refugiados de Ucrania en España. Ya hace tres años facilitó la llegada de una familia ucraniana a nuestro país afectada por la guerra del Dombás. Y eso que su ONG, Diseño para el Desarrollo, no tiene entre sus fines el de trabajar con refugiados. Sus programas de cooperación al desarrollo están relacionados con la artesanía textil y ayuda a artesanas en países en vías de desarrollo.

Pero cuando ha habido que ayudar, Pablo, vecino de Torrelodones, lo ha tenido claro. Tanto que se fue a Bucarest a traerse a tantas familias de refugiados como pudiera. A muchos de ellos, unos 20, los ha traído en avión, el método que ahora mismo ofrece más garantías y es más barato.

Cuenta a MasVive que todo empezó cuando una amiga le pidió consejo cuando se disponía a traer tres furgonetas con desplazados de la guerra de Ucrania desde Polonia. Pablo se involucró en la iniciativa “y todo salió muy bien”, explica. Después, junto a dos voluntarios, decidieron irse a Rumanía. Eligieron este país porque Polonia ya está “sobresaturada” de gente, “algunos muy bien organizados y otros sin ton ni son”. Pero consideraban que desde la zona Sur de Ucrania, donde está Odesa, se iba a producir un flujo migratorio mayor de gente “que lo está pasando peor”.

Una vez allí visitaron centros de refugiados como la Estación Central de Bucarest. Lo que se encontraron fue “a madres muertas de miedo, gente con sus perritos, gente muy perdida…”, muchos huyendo no por haber sufrido directamente la guerra, sino para alejarse del conflicto. Lo que sí percibieron en estos lugares fue mucho miedo “más que por donde huyen, por dónde van”.

Y así fueron localizando a personas que querían venir a España, por tener conexiones familiares o haber trabajado aquí. A dos familias que no podían viajar en avión, por problemas con los pasaportes, los mandaron en autobús de línea a Barcelona.

Al resto, unos 20, les compraron billetes de avión, que haciendo cálculos, sale más barato que el viaje en furgoneta o autobús. Además es más cómodo, el viaje dura tres horas, y da una seguridad jurídica a los refugiados, que cuando llegan a nuestro país tienen que pasar el control de Policía. Una vez en Madrid llegaron a acuerdos con dos organizaciones, ACCEM Almería y la ONG Rescate, para gestionar el acogimiento de aquellos que no venían a familias.

Con toda esta aventura, Pablo no quiere poner el foco en su experiencia personal, sino en la de pequeñas organizaciones, como Rescate, “que están en el terreno dando el callo” y cuya labor no se difunde tanto como el de las grandes ONGs. También en personas que a título individual hacen un trabajo inmenso, como Elina, una señora de la limpieza ucraniana “que ha salvado fácilmente a 500 personas, a base de contactar con gente como yo”, explica. “Esos son los que nunca se reconocen”. Él, mientras tanto, valora ahora cómo continúa ayudando, si trayendo a más refugiados, o colaborando con entidades que trabajan sobre el terreno.

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