Hace un año, se conocieron Blanca Di Marcoantonio -una de las hijas herederas de la Casa Tanuchi- y Daniel Sastre, un joven diseñador que vive en Hoyo de Manzanares desde los 14 años y que tiene allí su estudio de interiorismo. Daniel reanimó la lucha en solitario de Blanca por sacar de la situación ruinosa e injusta en la que se encuentra, desde hace años, una de las casas más singulares de Hoyo de Manzanares. “Nadie me decía que fuera posible”, asegura Blanca, “hasta que alguien desconocido me transmitió seguridad y entusiasmo”. Más allá de la pura reforma de la casa -para que no se viniera abajo- está empezando ahora a tomar forma el proyecto social colaborativo que están diseñando para el inmuebe. “La casa de mi familia vuelve a tomar vida”, describe Blanca con emoción.
La Casa Tanuchi, fechada en 1919, se sitúa en la misma entrada del pueblo, entre la carretera M-618 y la plaza de Hontanilla. Fue adquirida por la actual familia propietaria en 1931 como casa de veraneo y tuvo alquilada la parte baja hasta el 2005 a una serie de negocios como una tienda de comestibles, un bar y a entidades financieras.
Sin embargo, en 1998 el Ayuntamiento decidió, ajeno a sus dueños, cambiar el uso de la finca con la modificación de las Normas Subsidiarias “de casa particular a inmueble para eventos y espectáculos” que nunca se hizo realidad, condenándola al deterioro. Blanca explica que tuvieron que acudir al Defensor del Pueblo y éste consiguió que el Ayuntamiento se comprometiera a restituir la situación original. Pero aún, tras un año, no han cumplido su palabra. El desánimo no ha vencido porque la suerte de nuevo ha cambiado y ella anuncia que “ahora voy a contar con el apoyo desinteresado de una excepcional ayuda jurídica”.
Un proyecto ilusionante
Daniel afirma que le motiva apoyar causas justas -estuvo en Centroamérica ayudando en terreno a diferentes ONGs a mejorar la vida de la gente- y dedica parte de su tiempo a desarrollar proyectos sociales a parte de su labor empresarial. “Ser co-creador y patrocinador de este proyecto es un sueño para mí. Quiero revertir la situación de esta casa, yo me dedico a ésto y mi empeño está en devolver un bien cultural al pueblo”.
Desde que se ha instalado en la casa, de acuerdo con la familia, los avances van rápidos tanto en el interior de la vivienda como en el exterior. Ha movilizado a voluntarios, conseguido patrocinadores y donaciones de mobiliario y diversos materiales. La siguiente fase es adecuar la planta baja para el proyecto social colaborativo. Además ha hecho una importante apuesta por las redes sociales para difundir la filosofía del proyecto (www.casatanuchi.com). Daniel explica su idea basada en el concepto de economía circular “el beneficio fluye entre todos los que participan en el proyecto, abierto a fórmulas y formas diversas de colaborar como el patrocinio, donaciones o alquileres razonables”. El espacio estará disponible para exposiciones, talleres, cursos, presentaciones, reuniones y cuantas ideas sean propuestas. A partir de este verano, la Casa Tanuchi abrirá las puertas a sus vecinos para compartir un sueño que aspira a que entre todos sea realidad.
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