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Historia de los apellidos de Torrelodones: la familia Laorden
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Historia de los apellidos de Torrelodones: la familia Laorden

Por Lucía Oliveras
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La llegada de los Laorden Ferrero a Torrelodones fue en los años 60, a uno de esos “hoteles” de veraneo que ya contaba La Colonia. En la avenida de Torrelodones estaba la extensa finca y la antigua casa a la que llamaron ‘7 chicos’ porque tenían de 1 a 8 años: José Julio, Javier, Juan, Luis, Joaquín, Constantino e Iñigo. Luego llegó Jaime en 1963 y fue ‘Los chicos’, aunque dos años después nació Miriam.

La anécdota del origen de la familia la relata la matriarca, Maruja, que a punto de cumplir 90 años mantiene una estupenda memoria. “Me casé por poderes cuando José estaba en EEUU con una beca de estudios. Nadie creía que iba a conseguir un pasaporte y un visado pero en el Consulado americano me animaron”. Se casaron a distancia, José dos meses antes y María con 21 años no dudó en tomar un avión de hélice hasta Nueva York. Ella estudió idiomas porque no la dejaron empezar la carrera de matemáticas.

José Laorden Jiménez fue el primero que rompió la tradición de familia de militares y estudió ingeniería de Caminos. Fue uno de los fundadores de ATECYR, Asociación Técnica Española de Climatización y Refrigeración, trabajando dentro y fuera de España con grandes proyectos. También se dedicó a su propia empresa. Le describen como “muy trabajador, ordenado, muy constante y que jamás se enfadaba”. Todos recuerdan cuando repartía la paga a los hijos y luego a los nietos. Uno de ellos, el tercer José, dice orgulloso que su abuelo le nombró su asistente. “Era un ritual para explicar el valor de la paga, anotaba los gastos, los revisaba y todos se lo tenían que justificar”.

Espíritu internacionalista

Después de veranear en Hoyo de Manzanares se decidieron por Torrelodones porque las condiciones eran mejores y allí conocían a más gente. Maruja contó con la ayuda de su madre -enviudó joven y vivía con ellos- y con tres empleadas y un jardinero, así pudo viajar junto a su marido.

Desde los 11 años todos fueron saliendo de intercambio internacional “en verano la casa estaba llena de jóvenes de todos los países”. Torrelodones era el sitio ideal para pasar los veranos en pandilla, en la piscina del Club de Campo -eran socios fundadores- y en el Minifútbol, donde los Laorden eran buenos jugadores. Lo más duro para esta familia fue la pérdida de Iñigo a sus 19 años, ya que a pesar de los cuidados no resistió a la enfermedad.

Dos contrastes

Desde 1985 la familia vive en el municipio de forma permanente, y en la actualidad están todos menos Luis y Miriam. Todos estudiaron carreras universitarias, entre ingenierías, medicina o abogacía y añade Pepe, el mayor, que “de nuestra pandilla quedamos varios emparentados porque surgieron varios matrimonios”.

De pequeño, el más travieso fue Javier -él mismo lo cuenta-, el que fue vocal del Consejo General del Poder Judicial. Ha sido el más conocido de la familia en Torrelodones por sus cargos públicos locales y afirma que “por inquietud política y por cariño a mi pueblo en 1987 di el paso y me presenté por el partido CDS. A mi padre le hizo mucha ilusión, él mismo escribió a mano las razones para votarme y se fue a repartir aquellas cuartillas. Era de aquella generación que fue descubriendo que eran demócratas, muy responsables pero con mente abierta”. Javier siguió varios años como concejal de Hacienda por el Partido Popular y fue candidato a la Alcaldía en 2011. Hasta entonces pudo compatibilizar su afición con la labor en un gran despacho de abogados como es CuatreCasas, donde es socio de honor. “No tenía ambición política pero me gustaba mucho implicarme en lo local”.

El contraste lo pone Jaime, porque desde los 80 encontró en Torrelodones el teatro como hobby y hoy está en la dirección de Torrearte. “Hubo una explosión cultural, había varias compañías de teatro y también muchos locales de fiesta: el Patio, Carucho, LaCage y Yoryes -más abajo de donde hoy está el Casino-, donde estuve de encargado. Torrearte y el Minifútbol trajeron propuestas de cohesión social en el pueblo. Tuve mucha suerte al entrar allí y ahora contribuyo a ofrecérselo a otros”. En la familia se habla poco de política, pero todos se apuntan a ver las obras de Torrearte.

Los bisnietos siguen llegando

Hace 11 años que falta el abuelo para más de un veintena de nietos le han podido conocer. Uno de ellos, José, forma parte de la Peña de El Carrito, jóvenes treintañeros que quieren recuperar aquella especial sintonía de sus padres. También es el ideólogo del ‘Vaso verde’, con conciencia ecológica, otra señal de implicación con el lugar donde vives. Las generaciones siguen su curso y pronto Maruja conocerá a otros cuatro bisnietos que están en camino y harán su propia historia.

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