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Historia de los apellidos de Torrelodones: La familia Martín Calderín
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Historia de los apellidos de Torrelodones: La familia Martín Calderín

Por Lucía Oliveras
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Fueron una de las primeras familias que llegaron a veranear en 1905 a la Colonia Rosario. No había luz eléctrica y se apañaban con el carburo y la gasolina. También había que sacar agua de los pozos. Este recuerdo es de un niño de 9 años: “fuimos allí porque no había médico y mi padre ejercía en Medicina General“. Su bisabuelo fue tocólogo de la reina Isabel II y el abuelo, conocido ginecólogo en la capital.

Antonio Martín Calderín Menéndez -Profesor Calderín en el callejero de La Colonia de Torrelodones- fue un prestigioso catedrático de Otorrinolaringología, jefe de este servicio en el Hospital Provincial y presidente del Colegio Oficial de Médicos de Madrid. Se casó con Carmen Jiménez Guinea, hermana del cirujano jefe de la plaza de Las Ventas. De sus cuatro hijos varones -Jose Luis, Ramón, Antonio y Fernando- los dos últimos fueron también médicos: Fernando eligió la Medicina General y Antonio siguió la especialidad de su padre y el gusto por Torrelodones.

Aún queda en el recuerdo de los nietos ‘El Retiro’, la casa familiar que ya no existe y de la que solo se conserva la valla de piedra sobre la calle Agapito Martínez. En 1958 se casaron Antonio y Carmenchu Corrales -otra familia de renombre- que tuvieron seis hijos -Leticia, Javier, Antonio, Mª Luisa, Carmenchu y Piedi- y se quedaron de forma permanente desde 1978 en Monte Ana, en el límite con La Colonia.

La vida social de La Colonia

Carmenchu Corrales conoció al que fue su marido cuando tenía 15 años en una de las numerosas fiestas del Antiguo Casino, a las que acudía con sus padres. Carmenchu lo describe como un enorme chalet antiguo de piedra y de una sola planta. A la derecha, un escenario -su suegro representó allí a Don Juan Tenorio-, al fondo una barra y detrás las cocinas. “Era divertidísimo, había orquesta y baile que duraba hasta las 2 de la mañana. Íbamos y volvíamos 8 o 10 de la pandilla en taxi“.

Un chotis para Torrelodones

Una curiosidad familiar es que los tres Antonios, tocan el piano “de oído”. Y así resultó el chotis dedicado a Torrelodones, con la música espontánea del profesor Calderín y la letra de su amigo el dramaturgo Adolfo Torrado. El ABC hizo crónica de su estreno en agosto de 1952 en la fiesta del chotis del Antiguo Casino. Así es el estilo chulesco del género: “¡Torrelodones donde el cielo ha derramado todos sus dones (...) si allí vas, por un chalet hay bofetás!”.

El Club de Campo, lo que hoy es Torrefórum, vino a sustituir al antiguo Casino. Varias familias de La Colonia, entre ellas los Martín Calderín, diseñaron a finales de los años 60 este espacio de recreo privado solo para socios. Allí se reunía la élite de aquel Torrelodones veraneante. También acogía partidas de juego clandestinas, donde se apostaba mucho dinero.

Leticia, hermana de Carmenchu, rememora su juventud “cuando íbamos en moto sin carnet los tres guardias civiles que había sólo nos reñían”. Tenían hasta la confianza de ponerles motes: Plinio, Africano y Matius. “Con 15 años nos dejaban venir a los hermanos solos desde Madrid”. Antonio añora la casa de los abuelos “era preciosa, crujía la madera, fresquísima en verano, y en el enorme jardín, la casa de los guardeses Pablo y Elvira. Había cocineras y chófer. La abuela era muy buena, murió pronto, en 1976. Yo tenía pavor a mi abuelo, era muy serio, le tenía respeto”. Y Carmenchu completa la postal: “allí no parábamos de pasarlo bien, incluso jugué en el primer equipo femenino Senior del Minifútbol en 1977”.

La Cage y la movida

Antonio fue uno de los cinco socios veinteañeros -eran amigos y siguen siéndolo- que se lanzaron a la aventura de montar la discoteca La Cage en 1981. “El Club de Campo estaba perdiendo actividad y propusimos el alquiler de la parte de debajo del comedor. Sobrepasó las expectativas. Tuvimos hasta 30 empleados, había largas colas de gente que venía de Madrid. Mucha gente famosa, montajes espectaculares… los mejores años fueron el 87 y 88”. El declive llegó en 1992 por las multas diarias. El Ayuntamiento quería un municipio tranquilo y el reverso de este negocio eran las borracheras y las peleas. “Lo traspasamos y el edificio terminó siendo municipal”.

Otros tiempos, otras rutas

Hace dos años murió Antonio Martín Calderín Jiménez. La siguiente generación -20 nietos y 8 bisnietos- siguen teniendo en Torrelodones a Carmenchu, que se divorció en 1987. Algunos tomaron rumbos lejanos como Piedi y su familia, regresando ya de Argentina, y los que con Carmenchu aún permanecen en Nicaragua. En contraste, Leticia, que es educadora física, sigue trabajando en el municipio desde hace 43 años, en el colegio San Ignacio y actualmente en el Polideportivo municipal. O Antonio, con empresa en el municipio. Para las jóvenes Elena o Leticia, el atractivo de Torrelodones está en sus fiestas, aunque añoran las “de antes”. Lo que no se pierde es el buen oído de ésta familia: Luis, hijo de Antonio, y Pitoca, hija de Piedi, también tocan el piano. Y, aunque no se trata de chotis precisamente, Juan, hijo de Mª Luisa, con su conocido grupo local de rock ‘Errata’, compone hoy otra banda sonora para Torrelodones.

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