Hace 12 años que la profesora Marisa Martcillach propuso la asignatura de Botánica como optativa en 3º de la ESO en el IES Diego Velázquez de Torrelodones. Ante la demanda de alumnos, se incorporó Amelia Pedrezuela hasta su traslado de centro. Con Marisa de baja y a punto de jubilarse, encontramos en el departamento a Lucía Sierra, que lleva cuatro años impartiendo esta asignatura. El objetivo sigue siendo que los estudiantes conozcan las plantas que están a su alrededor y practiquen los usos tradicionales del entorno rural: medicinas, ungüentos, pomadas, jarabes, jabones y derivados y métodos de conservación.
Durante cuatro años sus proyectos fueron seleccionados en la desaparecida Feria de la Ciencia de la Comunidad de Madrid y los ‘Findes científicos’. En 2007 fue un homenaje a Pio Font i Quer, primer etnobotánico de nuestro país. Los alumnos mostraron algunos usos tradicionales de plantas del clima mediterráneo. En el 2008 presentaron ‘Una farmacia en tu balcón’ diseñando varios según el destino y sus usuarios: para la belleza, primeros auxilios, para estudiantes, deportistas... El tercer proyecto, en 2010, ‘Porom Pompero’, estaba dedicado a cómo hacer jabones. Y al año siguiente fue seleccionado ‘La magia de los árboles’, que recogía siete especies considerados sagrados a lo largo de la Historia y documentadas en la Literatura.
Los mercadillos de esta asignatura son bien conocidos en el Instituto por Navidad. Este año también hubo para el Día de la Madre, dedicado a los perfumes, y “en diez minutos no quedó nada”. Lo elaborado durante el curso lo ponen a la venta durante el recreo y lo recaudado lo destinan a un proyecto social de una ONG.
Además desde el curso pasado, gracias a algunos profesores y al apoyo del AMPA, se pusieron en marcha un huerto y un jardín de aromáticas en el parking de profesores. Lucía agradece a Carmen Sánchez, la conserje, su dedicación en el cuidado del jardín y su sabiduría popular.
La profesora afirma que “Torrelodones es una farmacia, ¡es una pasada!”. Nos habla de las caléndulas, que “están por todas partes”, que en pomada son eficaces para las dermatitis; el romero en ungüento sirve para los golpes; el jabón de hipérico como cicatrizante; la flores de lavanda, aromáticas, colocadas debajo de la almohada sirven para conciliar el sueño; el helicriso que es un antialérgico muy eficaz en infusión o tintura; con malvas se elaboran cremas de cara nutritivas; y la manzanilla y el tomillo sirven para males de estómago principalmente.
Los procesos básicos que enseñan a los alumnos son para extraer los principios activos de las plantas. Las tinturas con alcohol, los oleatos usando aceite de oliva y los hidrolatos con agua y en arrastre de vapor. Los casi 80 alumnos de esta optativa se dividen en tres grupos, alternan el uso del
laboratorio con las salidas al campo que tienen a dos pasos y con las tareas del huerto. Es una de las materias donde los alumnos se sienten “encantados”. Se les enseña sobre el consumo responsable, la presentación del producto y el etiquetado y cuenta con una interesante proyección,ya que “en el módulo de FP de Comercio que se retomará se puede incorporar la comercialización de estos productos”.
La sabiduría popular
El 24 de abril visitaba Torrelodones Emilio Blanco Castro, doctor en Biología, con 35 años de experiencia en el campo de la botánica y la etnobotánica. En su conferencia recordaba que el mundo vegetal nos proporciona el 90 por ciento de nuestra supervivencia y queda por descubrir aún mucho de sus cualidades alimentarias, medicinales, aplicaciones tecnológicas y energéticas o su uso espiritual.
En el mundo existen más de 300.000 especies, en España más de 7.000. La etnobotánica estudia el uso y el manejo de los recursos naturales en las distintas culturas y pone el acento en recopilar las diferentes sabidurías populares. El estudio de los indígenas que aún viven integrados en la Naturaleza es de un gran interés pero “en el mundo desarrollado perviven aún modos de vida muy rurales e interesantes”, explica, pero “lo que hasta hace poco estaba vivo, hoy pasa a ser parte de un libro o un museo, ya no se hereda su práctica. Al menos en estos tiempos se rescata como valor de consumo o para el turismo”.
Este experto, que se dedica a conversar y registrar los saberes de la gente mayor de campo, afirma que “el saber intuitivo o popular es el que nos ha llevado donde estamos como civilización, aquel que hemos ido heredando de nuestros antepasados y ha sido el revulsivo de la Ciencia”.
Todo por descubrir
Le conocen como Pepe Grillo en Hoyo de Manzanares. El apodo le viene de lejos a José González Fernández, pero le queda como un guante por su “despertar” a la pasión por el campo y las plantas silvestres cuando su hijo le pidió ayuda para hacer un herbario para el Instituto.
Cuenta que “me atrapó la curiosidad, pero como sabía que tenía que dedicarle tiempo esperé a mi prejubilación”. A los 57 años se lanzó solo con su mochila, cuaderno y cámara “como un auténtico aficionado y autodidacta, sin saber por donde empezar”.
Tras ocho años de trabajo de campo, ha editado un libro de 970 páginas titulado ‘Flora silvestre en Hoyo de Manzanares’, catalogando 811 plantas con fotografías y fichas detalladas. Nos explica que “en un municipio de 45 kilómetros cuadrados y a 38 kilómetros de la Puerta del Sol, tenemos el 12 por ciento de las especies que hay en toda España”.
Orgulloso del trabajo realizado a pesar de no tener ningún apoyo gubernamental dice que “es un gozo tremendo el que siento por la Naturaleza que me rodea. Solo deseo que mi trabajo sirva para transmitir esta pasión y que se conozca tanta belleza”.
Vamos a comer al campo
En Hoyo de Manzanares, además de maravillarnos con el conocimiento recogido por Pepe Grillo, también hemos aprendido a alimentarnos del campo, gracias al Centro de Interpretación Turística, que organizó una salida de campo para degustar plantas y frutos silvestres. Allí estaba David Romero de la Asociación Cantharellus, encargado de explicar sabores y usos de algunas especies.
Algunos frutos o plantas puede que los hubiéramos probado: la salvia, la achicoria, el diente de león. Otros son arbustos que identificamos de nuestra zona como la jara, el enebro o la zarzamora. Otras no las habíamos oído nunca, como el gamón, cerrajas, cardarias, sangisorba... Está por ejemplo el escaramujo, fruto del rosal silvestre. Es muy rico en vitamina C y con él se elaboran mermeladas, jarabes o licores. Antiguamente se combatía el escorbuto consumiendo la pulpa de estos frutos. Si se consumen las semillas interiores provocan estreñimiento. También está el majuelo, un árbol cuyos frutos son como manzanitas pequeñas que se consumen en otoño y de sabor un poco ácido. Las hojas y flores se usan por su acción cardiotónica y combate la tos y el insomnio. Y dejamos como último ejemplo el Ombligo de Venus. Se comen las hojas crudas en ensalada o incluso batidas a modo de refresco. Como contienen mucho mucílago son digestivas e hidratantes. Además son cicatrizantes.
Todo un banquete en el que todos estamos invitados especialmente en primavera. Eso sí, los expertos nos recuerdan que hay que asesorarse bien antes de consumir las plantas de nuestro entorno. Y después, a disfrutar.