Porque lo que se ha encontrado en Hoyo de Manzanares, explica el profesor Jesús Salas, director de las excavaciones junto a Rosalía Durán y Ángel Morillo, todos ellos pertenecientes al Departamento de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense, es nada más y nada menos que la huella de que fue también un pequeño asentamiento rural en la primera mitad del siglo IX, en un momento “en el que se estaba conformando, por así decirlo, todo lo que es el sistema defensivo de la Marca Media musulmana”.
Hay que tener en cuenta, explica el profesor, que el Madrid musulmán no se había fundado todavía -no se haría hasta el 865, cuando Muhammad I, hijo de Abderramán II, mandó fortificar la aldea de Magerit-, y sin embargo ahí estaba esta aldea rural, “pequeñita”, en lo que hoy conocemos como La Cabilda. “Por eso es muy importante, porque son muy poco conocidos estos asentamientos en el Centro Peninsular y en la Comunidad de Madrid”.
Sí que hay documentados asentamientos más grandes, como el de Calatalifa en Villaviciosa de Odón o el de Alcalá la Vieja, pero “asentamientos así, rurales, de esta época, yo no conozco ninguno en la Comunidad de Madrid, habría que irse al sur de la Península Ibérica para encontrar alguno de este tipo”, resume Jesús Salas.
¿Y cómo han llegado a este hallazgo? Como relata Salas, ha sido a raíz de las excavaciones realizadas en la zona en 2021. “Vimos que había una serie de materiales arqueológicos que parecía en principio que no se correspondían con los encontrados en años anteriores”, señala. “Nos dimos cuenta de que esos materiales, junto con otra serie de estructuras que documentamos, pertenecían a un asentamiento rural de época emiral, es decir, después de los dos periodos visigodos que se habían documentado en el yacimiento desde que se comenzó a excavar desde 2015”.
Los materiales hallados incluyen “algunos fragmentos cerámicos, que sabemos por repertorios y por otras excavaciones, que son de una forma especial, porque están como vidriados”, señala Jesús Salas. Además, también se encontraron “una serie de pavimentos de suelo y muros terreros (construcciones a base de tierra) que no son propios del mundo visigodo, que construía con piedra”.
Esa diferencia, que sí está documentada en otras zonas en las que se han excavado yacimientos de época islámica, es lo que les llevó a la conclusión con la que ahora se trabaja. Los restos “están muy deteriorados pero lo suficientemente conservados para que podamos mantener esta hipótesis”. También han encontrado, en el interior de una de las estancias que han documentado, los restos de un aljibe, excavado en el suelo y rodeado de piedras, “cuya función sería recoger el agua de lluvia o de alguna fuente que hubiera cerca”. Un hallazgo también “importante” porque en los otros puntos del yacimiento que se han excavado no se habían documentado “y aquí está perfectamente documentado, con la forma de la entrada del agua y demás”.
Lo que no pueden saber en este momento de la investigación es si el yacimiento estuvo habitado sin interrupciones desde mediados del siglo VII hasta mediados del siglo IX o se produjeron ocupaciones diferenciadas. “No podemos decir si en un momento dado fue abandonado y volvió a ser ocupado o simplemente hubo una perduración sin que haya una interrupción de población entre ambos momentos. No se descarta ninguna de las dos hipótesis”.
Pero lo que sí está claro es que este hallazgo hace mucho más emocionante si cabe la perspectiva de las excavaciones de este año, que comienzan el próximo 31 de mayo. “Sobre todo porque la aparición de estos restos emirales en principio no era una cuestión de la que se tuviera constancia. Es un elemento más para el conocimiento de la historia de Hoyo de Manzanares”.
“Nos hace ilusión, ya veremos este año que depara la excavación arqueológica. En todas las campañas vamos ilusionados, porque si uno no va ilusionado a una excavación, mejor no ir, pero si encima tienes algún dato interesante, pues más”, asegura el arqueólogo.
Aunque el trabajo que realizan va mucho más allá de lo que se hace en el terreno, recuerda Jesús Salas. La campaña de excavaciones del año pasado en Hoyo de Manzanares, en la que participan arqueólogos y voluntarios, duró casi cuatro semanas. Pero se ha seguido trabajando desde entonces, en el laboratorio, para poner orden en todo lo que se ha encontrado. “Hay que siglar (dar una clave de identificación individual a cada pieza), inventariar, fotografiar, dibujar los hallazgos… y a partir de ahí empiezan a salir muchos datos”, detalla el profesor, quien asegura que es allí, trabajando con los materiales, cuando ven la investigación con otros ojos y donde se producen muchos de estos hallazgos.
Un avance de las conclusiones de la campaña de excavaciones de 2021 en el Yacimiento de La Cabilda se presentaron en el mes de febrero en la reunión de Arqueología Madrileña celebrada en el Colegio de Arqueólogos de Madrid, y quedarán recogidas en la Memoria Anual que se edita sobre este encuentro. Ya habían avanzado antes algo, en noviembre del año pasado, en el encuentro que se celebró en Hoyo de Manzanares para dar cuenta a los vecinos del resultado de las excavaciones.
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