Los veteranos del Torrelodones Rugby comienzan una nueva temporada con ganas de disfrutar de este deporte. Más de la mitad de los integrantes del equipo han comenzado este año a practicar esta especialidad tras ver la evolución de sus hijos en este deporte.
El capitán del conjunto es Carlos Rodríguez, quien también es miembro de la Junta Directiva y director deportivo del equipo. Carlos, que ahora tiene 52 años, empezó a jugar de juvenil y tras recorrer varios equipos se retiró superada la treintena en el Olímpico de Pozuelo.
“Dí con el club de casualidad. Hace seis años pasaba por el Polideportivo, vi que se pretendía fundar un equipo de rugby y rápidamente apunte a mis dos hijos y a mi hija. El rugby me vuelve loco”, cuenta a MasVive. Con el paso del tiempo Carlos entró a formar parte del equipo ayudando y organizando y apoya a sus tres hijos, que ya compiten en el Torrelodones Rugby. Además, realiza labores de delegado del Senior.
Este es el tercer año que se reunirán los veteranos, en un conjunto por el que han pasado ya medio centenar de personas. El más joven del conjunto tiene 39 años y el más mayor 68 años. “No es competitivo, no participamos porque en Madrid no hay torneos de veteranos. Es verdad que hay gente disputando ligas normales, ya que se pasa a esta categoría cuando cumples los 35 años”, explica.
Esta temporada tienen el objetivo de jugar un partido mensual con equipos de Madrid, Majadahonda, Soto del Real o el Viso de San Juan, entre otros. También viajan fuera de nuestra región, una vez al año, y recuerda que el verano pasado disputaron un torneo en Santander, en la playa de Santoña, donde quedaron segundos en la denominada Copa de Plata. No obstante, subraya que “lo de menos es ganar, lo divertido es jugar y pasarlo bien”, en un conjunto donde el 60 por ciento de los jugadores no han practicado este deporte nunca. “Algunos traen a sus hijos a entrenar y deciden probarlo”, afirma.
El equipo es una ‘familia’ donde se enseñan unos a otros. “Entrenamos una vez por semana los viernes por la noche y prácticamente no son entrenamientos, son clases de rugby. Hacemos un poquito de físico y cuando se acercan los partidos hacemos dinámicas diferentes, pero poco a poco, sin exigencias de resultados y pensando en el ‘tercer tiempo’ (la cervecita de después)”, bromea.
Carlos rechaza el “estigma” de que el rugby es un “deporte muy duro y físico” y explica que lo pueden disputar tanto su hija de 14 años, que pesa 40 kilos, como otro jugador de su equipo que mide dos metros y pesa 160 kilos. Además, en la categoría de veteranos las reglas están ajustadas a la edad para que no sea un juego tan rápido y ágil y se puedan divertir los deportistas.
Este equipo ya tiene programado para el año que viene en junio disputar un torneo benéfico de veteranos en Madrid con el objetivo solidario de recaudar fondos para investigar el cáncer infantil. La inscripción en el conjunto de veteranos tiene dos opciones: hacerse socio, que vale 40 euros al año, y pagar una cuota de 10 euros durante diez meses o no hacerse socio y pagar directamente 15 euros al mes.
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