““Palabras sueltas en otro idioma, palabras disolutas y viajantes, (…) regaladas, generosas, teatrales, comprometidas, meridionales, medio dialectales, estropeadas pero todavía sonrientes, bailarinas, corporales, un poco animales, sociales...” Así se expresa Antonella Pinto, presidenta del Ateneo Cultural de Torrelodones, que dice que hoy define el escribir como “una necesidad de vivir en voz alta (...) dejar correr un canal límpido: las cascadas de mi alma.”
De un lado de ese canal que unen las palabras están los autores. Del otro, los lectores, que no podemos poner excusas para acercarnos a los libros. Allá donde miremos están esperándonos para contar su historia. Empezando por las Bibliotecas públicas, de las que Torrelodones tiene dos, situadas en el Pueblo y en la Casa de Cultura. Para acercar los libros al lector hace dos años se pusieron en marcha los clubes de lectura en las dos bibliotecas a cargo de Arancha Sánchez Apellániz, que se reúnen los lunes en el pueblo y los martes en la Casa de Cultura de 10.00 a 12.00 horas. Unos clubes que están teniendo mucho éxito, explica la responsable de Cultura de Torrelodones, Rosa Rivet, quien se muestra sorprendida de que, hasta ahora, no se hubiera desarrollado esta iniciativa, porque estos clubes, que también organizan otras entidades como el Ateneo Cultural o la Asociación de Mujeres Progresistas, son “una dinámica muy interesante de acercamiento a la lectura”.
Hay otros muchos mecanismos para acercar los libros al público. “Las bibliotecas han evolucionado mucho. El soporte del conocimiento ya no es sólo el libro, está en todas partes, en un libro, una revista, una tablet, un teléfono… ahora hay que poner todos los medios para que tengamos acceso a las bibliotecas”, señala Rivet. En Torrelodones este acercamiento a los lectores se promueve también con el préstamo de libros en formato electrónico -al que se añadirá en breve también audiovisuales, conciertos, series, películas con la plataforma iFilm- y el autopréstamo, para que el lector pueda coger los libros en la Biblioteca con su carnet y no esperar colas en el mostrador.
Además, es ya una tradición que las bibliotecas municipales organicen trueque de libros donados por los vecinos. Otras alternativas para la lectura son los ‘libros libres’ para dejar y tomar ejemplares, que se pueden encontrar en la sede de la Academia de estudios Avanza. Y más libres aún son los ejemplares que aparecen a veces en cualquier lugar público, con la intención de ser recogido por alguien y tras su uso vuelva a ser reclamo para los viandantes. Todo suma en la propagación de la literatura.
El Club de Lectura en el Ateneo cultural de Torrelodones comenzó hace tres años. Una iniciativa muy bien acogida tanto por la vocación literaria del Ateneo como por la presencia de varios escritores. El grupo ha ido creciendo y se reúnen periódicamente entre diez y treinta lectores. Además, ponen en marcha veladas poéticas, lecturas bajo las estrellas en verano. Todos los que acuden al Club de Lectura son grandes amantes de la Literatura y admiten que es un hábito muy natural el tener siempre un libro entre manos.
La Feria del Libro
La culminación de toda esta celebración del libro está en la Semana Cultural que se organiza en Torrelodones en torno al 23 de abril, fecha que une a dos escritores excepcionales, Miguel de Cervantes -máximo exponente de las letras españolas- y William Shakespeare -el dramaturgo inglés más celebrado y representado-.
Cuentacuentos, trueque de libros, actuaciones musicales… todo para celebrar la lectura y a los lectores, terminando con la Feria del Libro, los días 23 y 24 de abril en la plaza de la Constitución de Torrelodones, en la que encontraremos diferentes puestos organizados por las Bibliotecas municipales, colegios, editoriales, habrá presencia de autores, que acudirán a la Feria a firmar sus libros, actuaciones musicales, entrega de los premios literarios de los colegios… Una fiesta al aire libre que renueva, cada año, el amor por la lectura y por quienes nos ofrecen sus historias para que no dejemos de pensar y soñar.
Autores de Torre, con sus propias palabras
Antonella Pinto, escritora de teatro, poesía y cuentos, escribió su primer poema a los 8 años cuando vio de cerca la muerte de su abuelo “su frente fría, mi beso… y el poema”. Es autora de varias obras de teatro en italiano, de las cuales ‘¿Por qué las monjas no tienen celos la una de la otra aunque tengan el mismo esposo?’ fue traducida al castellano y representada en Madrid. También participó en el libro colectivo ‘Torrelodones, pueblo de poetas’.
Isabel del Río dice que es “difícil escribir, muy difícil publicar y dificilísimo vender”. Le motivó a publicar ‘La mujer tranquila’ el apoyo de un taller de escritura creativa en Torrelodones cuando se quedó bloqueada escribiendo esta novela. “Cuando crees en lo que escribes, te han dicho que es bueno, ¡pues a lucharlo!”. Opoma que “leyendo aprendes, entiendes mejor a los demás, tu conversación es más interesante y por supuesto ayuda a escribir mejor”.
Francisco Massó, psicólogo y profesor de universidad jubilado, tiene publicados libros técnicos, de autoayuda -como ‘Ponte a vivir’-, ensayos... y sigue escribiendo en prensa artículos divulgativos, sociales. Su experiencia con las editoriales ha sido “un dolor: pagan mal, o no pagan, como si el trabajo intelectual no tuviera mérito, ni mereciese recompensa”. Lo que le conmueve es saber que los lectores queden repensando ideas que ha logrado transmitir en sus libros, “éste es el verdadero pago al escritor”.
Inés Abad tiene 18 años y para dar el paso serio a escribir su primera opción fueron los concursos literarios anuales que existen en el IES Diego Velázquez. Lo que le empujó a escribir fue el haber leído tanto desde pequeña, “sentía que tenía que intentar devolver lo que tantos libros me habían dado”. Reconoce que aunque arduo es adictivo, porque “decides quién vive y quien muere, quienes se enamoran y quién es feliz y quien no”. Tiene un cuento publicado de manera independiente titulado ‘Como perros y gatos’.
Jose Luis Gómez Toré, profesor, poeta y ensayista, no concibe un escritor que no sea lector. Cree que los géneros literarios “te eligen, no los eliges” y que la escritura es siempre “un aproximarse a algo difuso que se va perfilando; no hay temas, hay obsesiones”. En su obra predominan el tiempo, la infancia, las víctimas de la Historia, la oscura relación del lenguaje con la violencia... Entre una decena de publicaciones, en 2015 editó su último poemario, ‘Un corte que no sangra’. Pese al tópico afirma que se encuentra a diario a jóvenes que leen. Cuenta su familia que una vez de niño se cayó de la silla leyendo ‘El señor de los anillos’ y siguió leyendo como si nada.
Clara Sánchez decidió escribir su primera novela a los 47 años, ‘Los que no mueren solos’, aunque desde los 15 lleva un diario con poesías y relatos cortos. Eligió la autoedición aunque fuera más fatigoso porque “las editoriales grandes no apuestan por escritores noveles, salvo que ganen algún premio, y las pequeñas te piden dinero por adelantado y la difusión no es muy fiable”. La experiencia le ha sido tan gratificante que está en su segunda novela. Las historias que escribe giran siempre en torno al misterio y la intriga. Para Clara el beneficio es “la satisfacción de haber creado algo que sale del alma y que haya gente que sea capaz de disfrutar con tu trabajo”.
Juan Sánchez tiene el Premio Buero de Teatro Joven de la Comunidad de Madrid al mejor montaje con tan sólo 19 años. El año pasado llenó el Teatro Bulevar con su primera obra, ‘Una corbata para Monroe’ y va a estrenar su segundo texto, ‘Puzle’. Recuerda que siempre se pedía un libro para Reyes o se gastaba todos los ahorros en nuevos títulos y aunque se lo reprochaban sus padres “ahora vivo de escribir y leer”. Recuerda sus momentos de inspiración frente al ordenador de madrugada escuchando ‘Como una ola’ de Rocío Jurado. Las musas le “vienen cuando no tengo papel y boli”. Y cree que el momento más maravilloso es “escuchar a la gente al entrar al teatro comentando lo que van a ver”.
Javier Yanes, doctor en Bioquímica y Biología Molecular y máster en periodismo, es “un ex-científico reconvertido en periodista de ciencia”. Su trabajo diario consiste en escribir para varios medios y a la espera de tiempo libre, las cuatro novelas que tiene empezadas. Publicadas tiene tres obras, la última ‘Tulipanes de Marte’. Entre las constantes que arman sus historias aparece Torrelodones, entre otras, y de ahí surgen las historias “de gente normal que a veces hace cosas excepcionales”. Igual que no concibe una existencia sin leer, para él escribir es una necesidad “más allá del lector”.
M.N. Mera se define como una lectora empedernida. Tiene una novela autopublicada, ‘Fran o Francesca’, y nueve más que esperan su oportunidad. Le gusta el género romántico y la ficción en especial. Ha tenido que aprender una tarea que antes no asumía el escritor: “la edición, maquetación, promoción, difusión...” porque desconfía de “las numerosas editoriales estafa”. Su prolífica escritura y actividad lectora surfea entre las más de ocho horas de jornada laboral y sus tres hijos y se jacta de una excelente concentración “puedo escribir rodeada de ruido y en cualquier postura”. La creatividad le suele interrumpir el sueño pero para ella, escribir es “terapeútico en muchos sentidos”.
Rafael Herrero, periodista y dramaturgo, acaba de incursionar en la novela con ‘La plaza del silencio’. Para él “no escribir, o darme cuenta de que lo que escribo no es auténtico, ni sincero… es sumergirme en aguas muy tenebrosas”. Tiene un especial gusto por la lectura del teatro. Escribe todos los días con lentitud, espera el “impulso creativo” y siente esa especial emoción “no hay nada rutinario, es orgánico y fluído. Del lector espera “curiosidad y valentía, que se atreva con autores pocos conocidos, con historias que escapan al convencionalismo; de los lectores depende todo, sin ellos, nada es posible”.
Juan Antonio Ruiz-Valdepeñas creó hace tres años con su hermana Mayte la editorial Milwaukeee, con la que han puesto ya en el mercado cinco novelas. Una empresa “muy difícil” esta de publicar libros pero “la ilusión de ver un libro en la calle, que la gente lo lea, es muy importante”. En su editorial dan cabida “a autores en español, noveles o que no hayan tenido todo el reconocimiento que se merecían” y, además, él mismo ha editado allí su primera obra, ‘Horas muertas’, en la que retrata cuatro días del mes de mayo de 1996 en la vida de un grupo de adolescentes de Torrelodones.