La actuación se ha hecho en la calle Canto del Pico, en la bajada por el Arroyo del Piojo a la Avenida de la Dehesa. En ese hueco entre las viviendas, por el que discurre el arroyo, se han instalado unas talanqueras rústicas de madera, con malla cinegética, así como dos puertas de torno para que los vecinos puedan pasar y una más grande metálica, que se puede abrir y cerrar, para acceder con bicicletas.
Según explica Luis Berutich, concejal de Medio Ambiente, se cierra así un camino que sabían que estaban usando habitualmente los jabalíes, para pasar e incluso para dormir. “Durante el año 2020 tuvimos a dos hembras con collares identificadas en el mont3e, de manera que sabíamos sus costumbres y sus pasos. Y casualmente por aquí, por el Arroyo Piojo, teníamos identificado uno de los pasos de la manada que entraban al pueblo y se movían por la zona del Centro de Salud, Flor de Lis y por ahí. Con esto lo que hemos hecho es impedirles el paso”, explica el edil.
No es la única medida que ha adoptado el Ayuntamiento para evitar que los jabalíes bajen a la zona urbana. También se ha instalado un paso canadiense en la calle Miramadrid, para cortarle el paso a los jabalíes desde el Área Homogénea Norte.
Asimismo, en la Avenida de la Dehesa, y en otros puntos de la localidad, se colocaron ya hace algún tiempo lo que se denominan barreras olfativas, cajas de metal con bolas de naftalina en su interior, cuyo olor repele a los animales y los disuade de pasar por donde están colocadas.
Un pequeño oasis para los anfibios
Esta actuación en el entorno de la calle Canto del Pico se une a la de la nueva charca de anfibios que ha creado el Ayuntamiento de Torrelodones, en las inmediaciones de los arroyos de la Torre y del Piojo, en esta misma calle.
Es un espacio pequeño, pero está llamado a albergar muchísima vida. La nueva charca de anfibios ocupa apenas unos 50 metros cuadrados de superficie, con una profundidad de 80 centímetros en su zona más honda y está llamada a ser el hogar de diversas especies de tritones, ranas, sapos y salamandras, especies autóctonas de anfibios que presentan un estado de conservación débil.
La idea de crear este espacio surgió en los Presupuestos participativos de 2017, explica a MasVive Luis Berutich. “Un grupo de vecinos presentó esta propuesta, que fue aprobada también por el Consejo de Medio Ambiente”. Desde entonces el proceso para su creación ha sido largo, ya que ha necesitado permisos del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares y de la Confederación Hidrográfica del Tajo. La obra “ha sido u trabajo muy sencillo, se ha excavado el terreno, se han puesto unas láminas impermeabilizantes y se ha puesto un recubrimiento a base de canto rodado y piedras para naturalizar la zona”.
Alrededor se ha colocado una valla cinegética, para evitar que se acerquen grandes mamíferos, como jabalíes, y cuando llegue el buen tiempo se realizarán plantaciones de especies acuáticas, como juncos, y se acondicionarán los alrededores. “Ahora se trata de que en este espacio haya un reducto de naturaleza, que se estaba perdiendo”. Para difundir su importancia, además, se ha instalado un gran panel que explica qué son los anfibios, las principales amenazas a las que se enfrentan y su papel en la conservación de la biodiversidad.
Esta nueva charca de anfibios entrará a formar parte de uno de los ramales del proyecto regional Arco Verde, junto con la conocida como Charca de Los Locos del Monte de los Ángeles, en la que también se va a intervenir, en este caso por parte de la Comunidad de Madrid.
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