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Joaquín Echeverría, padre de Ignacio Echeverría: “Ignacio era una persona buena”
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Joaquín Echeverría, padre de Ignacio Echeverría: “Ignacio era una persona buena”

Por Raquel Fernández
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Un tributo a la bondad”: este es uno de los aspectos que definen al libro que Joaquín Echeverría ha escrito en homenaje y en memoria de su querido hijo Ignacio, que murió al defender con su monopatín a una mujer en Londres en el atentado yihadista de junio de 2017. Bajo el título de ‘Así era mi hijo Ignacio’, recoge en 176 páginas cómo era, por qué actuó así y cómo ha sido la vida después de su pérdida. Un relato que se subtitula ‘El Héroe del monopatín’ y que presenta en su portada a Ignacio en una imagen practicando el deporte que tanto le gustaba y cuyos beneficios por la venta de ejemplares se destinarán a causas benéficas.

¿Cuándo empezó a escribir el libro?

Cuando murió Ignacio, se escribió mucho sobre él y me dediqué a recopilar lo que se iba publicando. En un momento dado, pensamos en la familia que se estaba hablando mucho de Ignacio, que se estaba hablando muy bien, pero que no queríamos que ese recuerdo que teníamos de él cambiara. Queríamos recordar al Ignacio que conocimos. Comencé a escribir para dejar una memoria de Ignacio a nivel doméstico, pero cuando iba avanzando iban apareciendo facetas que no conocía. Yo al fin y al cabo no soy más que su padre, pero él tenía amigos y hermanos con los que tenía una relación diferente a la que tenía conmigo. Me pareció que ese perfil de Ignacio era de interés, no sólo para quienes lo conocimos, si no también para quienes se emocionaron con lo que hizo. Ese es el motivo del libro. Por otra parte, iba viendo que a medida que escribía el libro, era un homenaje a la bondad. Ignacio era una persona buena y que se portaba bien, pero que hay mucha gente buena y que se porta bien y que de vez en cuando algunos lo pagan caro, pero que no reciben el tributo que recibió Ignacio. Por eso, yo he intentado hacer es un tributo a la bondad de tanta gente.

¿Cuánto tiempo tardó en escribirlo?

Supongo que empecé seriamente en febrero de 2019 y terminé a finales de septiembre de este año. Aunque recopilé lo que se iba publicando, el libro no recoge nada de lo que se escribió aunque sí sobre los homenajes. Colaboran en el libro Pedro Piqueras, que ha escrito el prólogo e Isabel Durán, que también se volcó en buscar a Ignacio.

Comienza el libro con una carta a su hijo…

A medida que voy escribiendo el libro y hablando con el editor llegué a la conclusión de que Ignacio se había despedido de nosotros. El día anterior a su muerte, estaba con su amigo Alexis, que hacía más de cinco años que no veía. Ignacio le había contado su vida, sus ilusiones y lo contento que estaba. Él se había despedido de nosotros, pero nosotros no tuvimos oportunidad de despedirnos de él. En esa carta intento hacer una recopilación de nuestros recuerdos y una despedida.

¿Qué aspectos recoge de la vida de Ignacio?

A Ignacio, a lo largo de su trayectoria laboral le cuesta conseguir trabajo porque era una persona tímida y se vendía muy mal. Contestaba con sinceridad a las preguntas. Llega un momento en el que después de un fracaso en una entidad bancaria, cuando la dirección quiere hacerle contrato fijo, pero los psicólogos deciden que es muy tímido y finalmente no lo contratan, considera que tiene que reinventarse. Se puso entones a estudiar cumplimiento normativo y blanqueo de capitales. Presentó trabajos en congresos y dio conferencias conferencias en Inglaterra. Fue capaz de hacerse un profesional a base de buscarse a sí mismo. Eso es un ejemplo para la juventud. La juventud tiene que potenciarse en sus habilidades profesionales para tener una buena vida. Eso era lo más admirable en la vida de Ignacio. Cómo es capaz de sacar fuerzas de flaqueza. Ignacio era una persona común y corriente. Era muy bueno y hacía todos los días el esfuerzo de ser bueno en todas las facetas de la vida. Hacía un esfuerzo grande para facultarse profesionalmente.

¿Le sorprendió la reacción que tuvo durante el atentado?

No me sorprendió nada. Ignacio sí había plantado cara muchas veces y había resuelto situaciones de personas que habían sido agredidas. Unos días antes de morir estuvo en España y celebró su cumpleaños. Aún no era el 25 de mayo, pero le gustaba mucho celebrarlo con los sobrinos y cantar. Hablando de la muerte de un policía en Westminster que se enfrentó a un terrorista y lo mataron, dijo que si él hubiera estado patinando allí ese hombre estaría vivo. Era una persona que defendía su dignidad y que no estaba dispuesto a que se le faltara el respeto a las personas. Él a sí mismo se respetaba mucho.

En estos dos años se han sucedido los homenajes a su hijo…

El que se acuerden de Ignacio es una cosa muy de agradecer. Siempre pienso que cuando alguien recibe una atención del tipo que sea, el que está en deuda es el que la recibe. Me emocionó particularmente la placa que le pusieron en Cangas de Onís, en un área de recreo y deportiva, en el que dice que se enfrentó al terror. También el Ayuntamiento de Las Rozas y los vecinos en general han sido tremendamente cariñosos con Ignacio. En el segundo aniversario se facilitó la proyección de un documental muy emotivo que hizo un amigo suyo, 16 años más joven que él. Ignacio tenía amigos de todas las edades que lo conocían del mundo del patín.

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