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Los apellidos más populares de Torrelodones (II): la familia Bravo
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Los apellidos más populares de Torrelodones (II): la familia Bravo

domingo 22 de abril de 2018, 09:35h
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El maestro e historiador local José de Vicente Muñoz se detiene en las repoblaciones tras la Reconquista para enumerar, entre los 25 apellidos más antiguos encontrados en el Archivo municipal, a los Bravo, una familia que perdura hasta la actualidad en el municipio.

Francisco José Bravo Reñones, Francis, está muy interesado en la Historia y con sus primos ha elaborado un árbol genealógico para esta ocasión donde solo pueden remontarse hasta el siglo XIX. Ángel Bravo Martín fue propietario de tierras y alcalde entre 1867 y 1868 -Jesús Bravo le antecedió como alcalde en 1862-, cuando el ferrocarril acababa de llegar y generaría el nacimiento de La Colonia. Dos de sus hijos serán también alcaldes: Críspulo de 1895 a 1899 y Mauricio, bisabuelo de Francis, entre 1912 y 1913.

Mauricio Bravo y Casimira Hernando vivieron en una casa que existió en la calle Real 12. Allí nacieron Margarita y Francisca, Severiano y Francisco. Los recuerdos comienzan con ellos, muchos de sus hijos ya no están.

Francisca, la tía Paca, que superó los cien años, contaba que los feriantes tenían comida y alojamiento en sus casas. Al señor Domingo, el húngaro, le ayudábamos con el cine de verano en la plaza”. Esta hospitalidad se mantuvo y José Antonio, nieto de Margarita, asegura que “en casa de mi abuela las puertas siempre estaban abiertas”. También explica que su padre, Gregorio, se quedó huérfano con ocho años. El marido de Margarita no volvió de la Guerra Civil y su hijo “tuvo que comenzar de niño a trabajar y ayudar en casa”. Otro destino tuvieron los hijos de Severiano, Carmen y Mauricio, que conocieron de pequeños Brasil. Ya en la posguerra se marcharon todos , en busca de fortuna y regresaron tras siete años a su pueblo natal. Del abuelo Francisco cuentan que “tenía muy buen carácter, era muy bondadoso y bromista”.

Tierra y hogares

Los Bravo se han dedicado a la ganadería, la albañilería y la construcción. Han emigrado cuando el trabajo faltaba y han levantado todos sus casas en Torrelodones para volver y quedarse cerca de su familia extensa. Todos sienten el orgullo de sus raíces en este pueblo.

Gregorio fue concejal en la primera Legislatura democrática y fue entonces cuando en varias calles nuevas pusieron los apellidos de las principales familias, entre ellas ‘Los Bravo’. De niño pastoreaba con las cabras y su prima Carmen, hija de Francisco, repartía leche y hacía queso. Rememoran sus juegos en la plaza y sin horarios, pero también los bombardeos, ocultos en el Canto de la Cueva, o el traslado por una semana a Hoyo de Manzanares. Han conocido los turnos de madrugada para recoger agua de la Fuente del Caño e incluso dice Goyo que “uno de cada familia tenía que ayudar en las obras y reparaciones del municipio porque el Ayuntamiento no tenía dinero”.

Ángel Quiroga -hijo de Francisca, que destacó en el ciclismo- y José Bravo -hijo de Francisco-, emigraron a Suiza como muchos otros lo hicieron en una época de dura crisis. Los hermanos de José -Paco y Marcelino- desde aquí les ayudaron a levantar su casa. Todos ellos están ausentes. Una especial mención hacen del gran hobby de Paco, padre de Francis. Fue el fundador en los años 50 del Club de Fútbol El Relámpago, su presidente, tesorero, entrenador... “los vestuarios los tenía en la planta baja de su casa”. Alcanzó a tener más de 300 socios, “todo el pueblo participó en el club y también los nuevos vecinos” y duró 30 años.

El Torrelodones de hoy

Todos añoran las casas de sus padres o abuelos. Las únicas que conservan el exterior como antaño -la casa familiar de Goyo y Carmen- las que ocupan restaurantes de la calle Carnicería. Pedro Lorente, hijo de Carmen, organizaba los bailes de los sábados y las películas en el centro parroquial de Carlos Picabea. Después, como corredor de maratones, impulsó la San Silvestre torresana. Hoy sigue saliendo al campo para buscar espárragos, moras, castañas y níscalos y dice que antes no había ni un solo jabalí, pero sí mucha caza que sus tíos practicaban como hobby.

Alejandro Poblet Lorente Bravo tiene 16 años y se une a la conversación para decir que le encanta su familia y su pueblo, dice estar muy a gusto. Para las penas de las ausencias, dice Carmen orgullosa que tiene nueve nietos. Entre anécdotas, alguien menciona que la familia Bravo fue la que pagaba la misa de San Roque para que se siguiera celebrando en el pueblo. Y en Los Bravo de hoy han reaparecido las ganas de saber más y mejor la Historia de su propio apellido.

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