La Asociación Cultural Trástulo lleva ocho años apostando por “jugar” la danza, la música y el teatro en Torrelodones con jóvenes de entre 6 y 18 años. A mediados de octubre ponían en escena del Teatro Bulevar a 14 adolescentes construyendo su propio musical: ‘Entonces, ¿vamos a hacer un musical?’, un trabajo que está entre las diez piezas seleccionadas para el certámen de teatro de la Universidad Carlos III. Detrás de este trabajo y estos años están cuatro torresanas: Raquel Abella, Ana Viguera, Estefanía Morante y Laura Operé.
Creando lo que no hay
El motivo de unirse fue generar talleres para sus hijos e hijas, porque no encontraban lo que querían en Torrelodones. Luego animaron a familias amigas y así han consolidado un proyecto donde los pequeños se han hecho grandes y algunos continúan. Tienen un convenio con el Ayuntamiento de Torrelodones que les permite alquilar un espacio en la Casa de Cultura para grupos de Primaria y en Torreforum para Secundaria. Este año están a tope con 5 grupos, el más numeroso de adolescentes. “Hemos tenido muy buena receptividad, pero el boca a boca ha sido la clave” dice Raquel, profesora de teatro. Colaboran con un taller de danza creativa para adultos y otro de teatro de adultos.
“Nunca perdemos de vista el juego” dice Estefanía, la profesora de danza, “intentamos desarrollar las capacidades creativas que todos tenemos” agrega Laura, profesora de música. Han combinado una o dos representaciones públicas al año con clases abiertas para los padres y participan en la Cabalgata con carrozas o ‘acciones artísticas´ proclamando sus deseos a los Reyes Magos.
Transformación personal
Cuentan que han vivido cambios en pequeños y mayores, “han modulado su carácter, aprendido otras formas de comportarse, a confiar en ellos, a mirar a los ojos... y ésto es un regalo porque también nos transforman a nosotras”. Explican que los pequeños son más flexibles pero sus adolescentes son “entre valientes e inconscientes”. Reconocen que es agotador por sus procesos vitales pero también porque ellas eligen el trabajo creativo para que todo salga de ellos, “les pusimos a cantar y a bailar superando el ‘no puedo’ o el copiar lo que conocen”.
Consideran que en el tiempo libre de los jóvenes falta lo artístico. Lo llenan de deporte e idiomas porque hoy se considera “lo más válido”, pero se descuida la cratividad, “lo que enriquece la vida de las personas”.
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