Estos fueron los principales puntos en común tras el debate propuesto el pasado 4 de diciembre por vecinos en Cercedilla, sobre la regulación de las bicicletas de descenso y las pruebas deportivas.
El diálogo fue organizado en el Centro Cultural Luis Rosales y reunió a particulares, instituciones, empresas y asociaciones. Los organizadores hablan del “ánimo positivo del diálogo cuando se identifica un problema y así abordar las necesidades y los derechos del otro”. En base a encontrar un uso sostenible y respetuoso del monte, se escucharon los diferentes argumentos sobre la masificación y alta frecuencia de las pruebas deportivas y los conflictos de convivencia detectados entre la práctica de las bicicletas de descenso y otros colectivos que disfrutan del medio natural del Parque Nacional del Guadarrama.
La principal diferencia en el debate—que no se polarizó entre ciclistas y no ciclistas porque la mayoría de los intervinientes se declararon practicantes de este deporte—fue entre una mayor regulación de las bicicletas, en especial en las zonas declaradas como Parques Naturales y áreas periféricas y los que no querían regulación o que ésta fuera muy leve. En las conclusiones se subraya que “hay una necesidad de una normativa clara categórica y perfectamente publicitada, ya que existe una indefinición legal, ambigüedad y solapamiento de normas creando confusión sobre el derecho a transitar o no en bicicleta en ciertas zonas”. Así mismo se hizo referencia a la existencia de un decálogo del buen uso de la bicicleta que debería tener más difusión en todas las instancias posibles.
Hubo división de opiniones sobre el conflicto de la convivencia entre usuarios de la montaña ya que se dijo que existen comportamientos incívicos en todos los colectivos. Los senderistas por su parte decían sentirse “atropellados” por la velocidad y la actitud de algunos ciclistas y por otra parte se habló de la existencia de “trampas” para bicicletas que se habían encontrado. El problema ético del incivismo penduló en el debate entre la autoregulación de los propios deportistas o la vigilancia para que se cumplan y tengan efecto las normas, pero que a su vez ésta vigilancia es escasa por falta de medios.
Finalmente, también se abogó por llevar a cabo estudios científicos sobre la incidencia negativa de la masificación—asunto que proviene de los años 80—y la capacidad de carga de nuestra sierra, ya que también había informes contradictorios. Asuntos como las pruebas deportivas se contemplan para unos como beneficiosas para la economía de la zona y para otros la causa de la erosión y perjuicio del monte. Se indicó también la conveniencia de un plan de mantenimiento de senderos para evitar la aparición de nuevos trazados al circularse fuera de las pistas. Así se hablaron de reservar senderos exclusivos para ciclistas como reactivar el proyecto “bike park” que hubo destinado para la zona donde está la llamada “Bola del Mundo”.
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No(
