El aparcamiento en la estación

Sí. Esa fue la cruda realidad. Había que favorecer a los ayuntamientos amigos y dar ejemplo para los que no eran de la cuerda, como fue el caso de Torrelodones.

Pasaron los años y con la llegada del PP al gobierno, presidido por José María Aznar, se recuperó la esperanza de que con amigos se desbloquearía el antiguo proyecto de dotar a este municipio de su deseado aparcamiento junto a la estación de ferrocarril. Fue la primera asignatura que Carlos Galbeño, recién tomada posesión, creyó se desarrollaría durante su primer mandato. Varias veces defendió que aquello se desbloqueaba, ya que se manejaba bien por los despachos de la administración central y no suponía que los funcionarios de Álvarez Cascos no trabajaban para remediar entuertos, sino que estaban agobiados por las grandes obras del Ave que su ministro no paraba de proyectar. Lo del aparcamiento de Torrelodones era una minucia que ni se molestaban en supervisar y autorizar.

Y como siempre pasa, el fuego amigo se volvió a disparar y terminó el gobierno de Aznar sin que las obras fueran iniciadas. Llegó de nuevo el PSOE, esta vez tras los atentados del 11-M, y Galbeño insistía en que las conversaciones estaban muy avanzadas y no veía, con lógica, tamaña demora. El caso es que estamos a dos mil doce, y de nuevo gobierna el PP por lo que en buena lógica deberían desbloquearse los proyectos castigados por el socialismo que suele ser radical con sus adversarios.

El hecho es que ahora el ayuntamiento, gobernado por Vecinos, que no por el PP, aceptando una propuesta del partido socialista local anuncia las obras de mejora de la explanada frente a la estación para que se acomoden sesenta vehículos… Una ridiculez, porque las necesidades son bastante superiores y mientras no se acometa el verdadero y eterno proyecto todo serán parches.