“Hemos medido el estrés desde un prisma novedoso, además de los test oficiales, con biomarcadores como hormonas en saliva, cortisol y DHA. Hemos medido la microbiota intestinal, que es una ciencia bastante moderna en plena revolución y es tremenda la información que nos da. Y luego aparte hemos hecho un control de peso, masa ósea, masa magra, hidratación y alineación”, resume.
Después, los participantes en el estudio, 15 personas en total, han seguido un programa de medicina estilo vida. “Primero le ponemos una cara al estrés, que afecta a tu capacidad de concentración, afecta a tu peso, afecta a tu sueño, afecta a los seis pilares de la medicina estilo vida… y después de un programa de dos meses hemos vuelto a medir para ver qué es lo que ha ocurrido”. Se trataba de un programa con hábitos antes de irse a dormir, nutrición, ejercicios para la condición física, ejercicios para la salud mental como técnicas de respiración o técnicas de meditación… “y los resultados principales son bastante sorprendentes”, explica. Tanto, que ahora van a repetir esta prueba piloto con más sujetos, con el objetivo de publicar sus resultados. Ya tienen universidades interesadas.
¿Y qué han descubierto? Que cambiar hábitos de vida puede reducir el nivel de cortisol, que está directamente relacionado con el estrés, aumentar la serotonina, hormona relacionada con la felicidad, y el GABA, estrechamente relacionado con la tranquilidad y el sosiego, se reduce el peso sin reducir masa muscular y hasta es posible modificar la variabilidad de la frecuencia cardíaca.
“Estamos poniéndole cara al estrés, que no es solamente una cuestión mental”, resume Alberto Pacheco, “es que puede estar potenciado por un tipo de alimentación, por un tipo de estilo de vida y no nos damos cuenta. Y son matices que tienes que ir modificando, porque la salud mental no es solamente lo que ocurre en la cabeza”.