Dice la tradición de La Luminaria que eran los mozos casados en el año anterior los encargados de recoger la leña para encender el fuego y que se colocaban cencerros alrededor de la cintura y corrían por las calles al modo de los encierros taurinos. Luego, cantaban y bailaban alrededor de la fogata y los más atrevidos saltaban por encima de ella.
La celebración, sin embargo, es más antigua, se remonta a principios del siglo XVII y tiene que ver con la protección contra las epidemias de la peste. Se celebraba en la noche del 20 de enero, festividad de San Fabián y San Sebastián, al que se invoca desde tiempos inmemoriales como protector contra esa enfermedad que asoló Europa.
El Ayuntamiento recuperó hace años esta antigua tradición y ahora son las colaboradoras y colaboradores locales los que se encargan del chocolate, los churros y los bizcochos que se reparten entre todos los asistentes, siempre reunidos ante una gran fogata, que es el centro de atención de todos. Esta fiesta es también conocida como ‘la noche de los viudos’, debido a que algunos aprovechaban el calor de la hoguera para arrimarse y buscar una nueva pareja.