La cuadragésima cuarta edición del Dakar se desarrolló entre el 1 y el 14 de enero en Arabia Saudita. Comenzó y terminó en la ciudad de Yeda, la segunda más grande del país, atravesó cañones y acantilados en la Región de Neom, pasó por la costa del Mar Rojo y entró en las dunas rodeando Riad donde fue el día de descanso.
Aunque estos espectaculares paisajes no es lo que más recuerda de la prueba. “Casi no disfrutas en el transcurso de la carrera, porque siempre vas tarde, tienes horarios que cumplir, luchas contra el reloj, es todo muy estresante, vas a velocidades muy altas, pasas miedo… estás todo el rato sufriendo”, reconoce, aunque sin una pizca de arrepentimiento, este vecino de Hoyo de Manzanares. Todo se vive de una forma “muy intensa”.
800 kilómetros al día
Cada día, de media, se hizo unos 800 kilómetros sobre la moto. “Me levantaba a las cuatro de la mañana y me acostaba a las once de la noche. Es una carrera muy cerebral, en la que no solo hay que correr, hay que manejar tu alimentación, porque se come una vez por la noche, la hidratación, cuidar la mecánica, evitar caídas que siempre son muy fuertes por la velocidad a la que se va, medir las fuerzas globalmente no solo del día, sino del resto de carrera…”, explica.
Pero consiguió completar el Dakar, algo que no pueden decir muchos. “Encontré mi ritmo. Sacrifiqué el estar en puestos más altos, marcando un ritmo algo más lento (la velocidad punta que alcanzó fueron los 153 km/h), limitando los riesgos y evitando me alcanzasen los coches y camiones, porque cuando esto ocurre, el terreno se destroza y los peligros se multiplican exponencialmente”.
Al final estuvo entre los 32 españoles (de los más de 80 que iniciaron la carrera) que llegó a la meta. Quedó en la posición 92 de la clasificación general, en el puesto 60 de la Categoría Rally 2, que era en la que corría, y entre los 10 primeros entre los novatos en el Dakar. Lo que no es poco para la primera vez.
Una experiencia vital
“Es una experiencia vital para los que nos gusta la moto”, asegura, “orgulloso” de lo que ha conseguido. El eslogan del Dakar es ‘Un sueño para el que lo intenta, y un reto para el que lo consigue’, y es algo que reconoce en su propia experiencia.
Tampoco olvida la solidaridad, la ayuda de conocidos y desconocidos, “indispensable cuando es la primera vez y no sabes con qué te vas a encontrar”. En su caso, menciona a un amigo que le prestó una licra interior con el cuello alto que usó todos los días para evitar que el airbag le rozase el cuello. “Sin esa camiseta no hubiera podido hacer el rally”, reconoce. Y tantas y tantas personas que le ayudaron con cosas grandes y pequeñas. “Todos ellos juntos hacen que finalmente llegues a meta”.
Si (
No(
