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Editorial

16/03/2016@11:02:00

Hace ya diez años, en la portada de esta misma revista se podía leer ‘Aparcar, misión imposible’ y diez años después el tema del aparcamiento en las zonas céntricas de Torrelodones sigue estando de completa actualidad. Es la constatación de que el problema trae desde hace años de cabeza a los vecinos, a los comerciantes y a la Administración local. Porque los conductores que no pueden dejar su coche para comer, hacer una gestión o una compra acaban yéndose a otros lugares donde el aparcamiento es más cómodo y eso es algo que no quiere nadie.

En estos diez años se han buscado todo tipo de soluciones. En 2006, cuando gobernaba el PP, se proyectó crear la zona azul y zona verde -aparcamiento de pago-, una idea que nunca salió adelante. También se proyectaba el aparcamiento subterráneo de la calle Real, de infausto recuerdo, que nunca llegó a levantarse. Para la Estación la solución era la misma que ahora: un aparcamiento cuyo proyecto lleva 20 años dando vueltas por los despachos y que a estas alturas se parece ya poco a lo que se pensó en un principio. Ahora las soluciones pasan por crear zonas de rotación, gratuitas y por tiempo limitado, y aparcamientos disuasorios.

Cada vez hay más coches y no es algo que se deba a una única razón. Una de las razones que explican este fenómeno es la presión de las restricciones de acceso y circulación en Madrid, que están trasladando el problema a los municipios de la Corona Metropolitana. Que en muchas ocasiones ‘'tiremos’ del coche para absolutamente todo -y pretendiendo dejarlo en la puerta sea donde sea que vayamos- tampoco ayuda. Y el hecho de que Torrelodones esté en una ubicación perfecta, a medio camino de la capital y de la Sierra, con acceso a líneas de autobús y a Cercanías, también contribuye a este fenómeno. Es cierto que a la localidad acuden muchos vecinos de otras localidades cercanas para continuar su viaje en transporte público, como lo es también que no son pocos los vecinos de Torrelodones que hacen lo mismo y bajan a Las Matas o Pinar para dejar su vehículo privado y continuar hacia la capital.

Es un problema que se da en muchas localidades y cuya solución va mas allá intentar aliviar la presión de vehículos en los cascos urbanos para aumentar la rotación de aparcamientos y permitir el acceso a negocios y servicios públicos. Hay, además, que pensar en soluciones que supongan, a la larga, reducir nuestra dependencia del vehículo privado, tanto en los desplazamientos dentro de los municipios como en los viajes a la capital y otras localidades. Eso no depende sólo de un ayuntamiento, es una política global que debe pensar no sólo en el día a día, sino en el futuro.


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