Las costumbres presentan unas fiestas tradicionales donde el alcohol está muy presente, otra cosa es que cada uno elija consumir o no. El rito social del alcohol está muy arraigado en nuestra cultura y su dispensación está en cada esquina donde hay un bar o una tienda. Si bien es cierto, la Ley prohíbe la venta de alcohol a los menores de 18 años y en salas de fiestas se protege al menor prohibiéndoles su entrada. La norma y la Ley se salta con facilidad cuando las calles se llenan de botellones en cada ocasión de fiestas, pero de alguna manera también cuando los adultos consumen al lado de los niños y los jóvenes. Enmendar las contradicciones trae como resultado la situación que se vivió en el sábado de Carnaval en Hoyo.
El Ayuntamiento había anunciado previamente que a partir de las 00.30 horas quedaría prohibida la entrada a menores en el Polideportivo, además de advertir que no se permitiría entrar con bebidas.
Según comentan los vecinos, hubo menores que entraron a la fiesta de disfraces antes de la medianoche y otros que después fueron frenados por la Policía Local y sin embargo, la venta de alcohol se mantuvo desde la tarde con el carnaval infantil. Así lo ha denunciado el Área de la Juventud de Izquierda Unida que apunta que es responsabilidad de los organizadores de las fiestas tradicionales o a los que tienen la concesión del bar el no vender bebidas alcohólicas a los menores, pero no prohibirles la entrada al recinto donde se celebra una fiesta tradicional. En definitiva han expresado que hay criminalización y discriminación de los jóvenes por la presencia policial y porque este tramo de edad no tienen espacio de ocio entre las actividades infantiles y los adultos.
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