Por otra parte, sobre las fechas de caducidad es sabido, que son una simple guía para orientar al consumidor y proteger al productor de posibles demandas; sin embargo, esto no significa necesariamente que un producto no sea apto para su consumo. Por ello, algunas organizaciones sociales solicitan estos alimentos “caducados” para atender colectivos con necesidades urgentes de alimentación. Aunque existan algunos contados acuerdos entre grandes supermercados y los bancos de alimentos, la falta de creatividad y los intereses económicos contrarios promueven el despilfarro y no activan la donación.
El desperdicio está en toda la cadena de distribución, en los procesos industriales, en los mercados, en los restaurantes, pero también en las casas. Especialmente, las promociones publicitarias como el compre 3 y pague 2, que alientan a consumir más de lo que se necesita están perjudicando aún más. Sin embargo, hacer una lista previa de la compra con lo necesario, congelar, hacer conservas, no cocinar más de lo que se va a consumir, comprar frutas y verduras “feas”, etcétera, pueden ser algunas ideas para que la ciudadanía corrija al sistema y cambie la situación. En definitiva, son urgentes leyes y campañas para concienciar y exigir a todos los sectores, porque la situación es como poco surrealista: toneladas de alimentos se tiran y miles de familias no tienen que comer.