Mario López:“Es un disparate recortar en educación”
miércoles 23 de abril de 2014, 12:06h
Add to Flipboard Magazine.
A Mario López González le conocemos todos los torresanos. Unos como director del Instituto Diego Velazquez, cuya función lleva desempañando más de una década, otros como docente, a lo que se dedica desde hace 38 años, otros como vecino de Torrelodones desde hace 15 y otros como amante de la pintura y la literatura desde que tiene uso de razón.
Mario confiesa que su mejor momento del día es ver cada mañana la “riada de jóvenes entrando en el instituto” y afirma que “lo que quiero para los chicos es lo que querría para mis hijos”. Nos habla de su cargo y conocemos algunas pinceladas de su faceta más personal.
Mario, ¿a qué crees que es debido vuestro buen prestigio?
A los chicos y la comunidad educativa en general. Son estupendos. Si la comunidad se lleva bien y disfruta con su trabajo, las cosas salen bien. Si un chico lo está pasando mal, los profesores están atentos para ayudarle y eso lo percibe. Siente que le acompaña y ese estado de bienestar es un catalizador de problemas.
¿De qué manera afectan los recortes educativos?
Este año hemos tenido un incremento de 75 alumnos y contamos con 9 profesores menos. No es cuestión de aumentar horas de trabajo; si eso se plantea a los profesores sin recortes educativos todos hubieran dado un paso al frente como hicieron el año pasado cuando pasamos de 18 a 19 horas lectivas. El problema es que se vende una imagen ficticia del profesor como una persona perezosa cuando tienen un estatus económico mediocre y un estatus laboral de los más exigentes. No nos quejamos por 2 horas mas, sino porque los recortes en la educación pública limitan tejido asistencial esencial, que es el que marca la diferencia respecto a la educación de hace 25 años cuando no se atendía a la diversidad. Si nos quitan recursos no podemos atenderlos bien. La educación es el futuro porque cada alumno que se pierda en el terreno educativo es un conflicto en la sociedad dentro de unos años y por mucho tiempo. Los políticos tendrían que darse cuenta del coste que supone mantener asistencialmente a estas personas y verían el disparate que es recortar en educación. Hoy hay 4 millones de parados, pero si se invierte en educación habría la mitad.
Llevas 40 años en el mundo de la educación…
Sí. Empecé con 18 años dirigiendo la administración de un centro y ahora cumplo 38 años como profesor, de los cuales 20 los pasé en un centro de Vallecas. Me vine a Torre hace 15 años con la necesidad de cambiar de aires, los mismos que llevo en el Instituto Diego Velázquez, 4 de ellos como jefe de estudios. Y como me gusta meterme en los charcos acabé como director. Además represento a los directores en una asociación que se denomina ANIMAD –Asociación de Directores de Instituto de Educación Secundaria de la Comunidad de Madrid- que vela por los intereses de los directores desde el punto de vista de gestión de los centros
En once años ¿ha cambiado la forma de dirigir un centro?
Ha habido una evolución en el concepto de dirección. Hasta hace 8 años el director era elegido por las comunidades educativas, fundamentalmente por el claustro. No dejabas de ser un compañero pero te convertías en representante de la administración y, aunque he vivido esa circunstancia muchos años con comodidad, sabia que la toma de decisiones podía estar mediatizada por esa presión. La tendencia actual es formidable. Se busca que los gestores de los centros sean personas neutrales, elegidos por todos los que intervienen en la administración de los centros: el consejo escolar a través de los padres, la propia administración pública, y el claustro. Es un equilibrio mas lógico y da cierta notoriedad. Se profesionaliza al director.
¿Cuáles son los requisitos con los que debe contar un director?
Conocer muy bien los engranajes de la administración y la gestión de los centros. Además debe tener liderazgo, una palabra que odio, y no te tienen que asustar los retos. Debes asumir el encabezar un proyecto educativo y saber defenderlo en el proceso de selección. Todo esto produce el hecho de que se haya convertido en una especie de prueba que debemos superar cada año ante el servicio de inspección.
¿Qué es lo más difícil de tu cargo?
Quizá mantener un equilibrio estable entre las distintas opiniones del claustro de profesores. En este momento somos 90 pero hemos llegado a ser 100 profesores. Son 100 opiniones, 100 formas de plantear la relación de alumnos y padres. Y conseguir que todo funcione respetando las diferencias es difícil. Somos gestores, pero nuestra capacidad y autonomía para cambiar la situación es relativamente corta, así que tienes que utilizar las normas de la administración publica. Uno inventa una diplomacia natural ante las cosas y busca soluciones alternativas que no perjudiquen a nadie.
¿Ha cambiado el perfil del alumno con los años?
Es difícil comparar. Es una evolución. Antes no éramos distintos, éramos muchos menos. Los que llegábamos a bachillerato no superábamos el 10 por ciento. Ahora un chico de 16 años tiene que estar escolarizado y eso ha cambiado el estilo de vida. La explosión ha sido tal que buscamos formas de atender las diferencias de cada uno. Quizá las mentes están más nutridas para ser excelentes profesionales. Con la LOGSE se ha hecho además un esfuerzo con chicos que estaban abocados al abandono prematuro y convertirse a la larga en un conflicto para él y la sociedad.
¿Cómo es tu relación con ellos?
Siempre he intentado que mis alumnos, por mi carácter, se sintieran cómodos conmigo, al igual que con mis compañeros. Cuando dicen que hemos perdido el usted en las aulas, yo no lo siento como una pérdida. Cuando trabajé en la escuela privada yo era Don Mario y no tenia ni barba y no me sentía cómodo. No siento que me falten al respeto por llamarme de tú.