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Nuestros parques dan la voz de alarma

miércoles 23 de abril de 2014, 12:06h
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Señal caída en la entrada al parque Polonia
Señal caída en la entrada al parque Polonia
Hoy más que nunca el hombre busca la tranquilidad que solo la naturaleza sabe darle, aquella tranquilidad que al vivir en las ciudades muchas veces echamos en falta. Este es uno de los motivos por los que algunos de los vecinos de Torrelodones decidieron un día dejar la urbe y venir a vivir aquí. Los parques son el principal exponente de la naturaleza metida en la ciudad y en Torre son abundantes. Lamentablemente, cualquiera que haya paseado por ellos se habrá dado cuenta del terrible abandono al que están sometidos; aunque no solo abandono por parte de las autoridades sino también mal uso y abuso de algunos vecinos del pueblo que no saben muy bien lo que significa respetar la naturaleza: basuras, mobiliario roto, pintadas en rocas y fuentes y restos de botellón son las "maravillas" que el paseante encuentra a su paso por nuestros parques.

Empezando por el más antiguo de todos y con más historia, el Parque J.H. situado entre las calles José María Moreno, Francisco Sicilia y la avenida Conde de las Almenas. El Parque J.H. alberga la Casa de la Juventud del municipio además de preciosos pinos, altivos cipreses, cedros, prunos y majestuosas encinas propias de la zona. Es uno de los mayores logros conseguidos para el pueblo de Torrelodones en una época en la que se empezaban a demandar zonas verdes en el centro de la ciudad. Debe su nombre a D. Julio Herrero, que fue su dueño y creador. Trabajó mucho por este parque desde que en 1935 compró una pequeña parte y construyó allí su casa. Poco a poco fue adquiriendo fincas y el parque pasó a ser municipal. Quién iba a decir D. Julio Herrero que en pleno siglo XXI su parque llegaría a estar en la triste situación en la que se encuentra. Pintadas en rocas, bancos, árboles; fuentes vacías y llenas de graffitis dónde debería haber agua, basura por el suelo… Y pobres de los niños que sus padres llevan al parque J.H a jugar, la mayoría de los columpios están rotos lo que resulta peligroso para los más pequeños.

También el parque J.H es víctima del botellón, los restos de botellas son la evidencia de la alternativa que los jóvenes torresanos eligen para las noches de fiesta. Pero no solo encontramos botellón aquí, sin abandonar el casco antiguo, no muy lejos, en el Zoco del Camino de Valladolid, vemos también restos de vidrios rotos. En este caso se trata de la pequeña placita situada entre el centro comercial y las viviendas, para pesadillas de comerciantes y vecinos que ven con impotencia como las noches en las que el tiempo lo permite los jóvenes de Torre compran su bebida en el supermercado de enfrente y beben y disfrutan en la calle dejando un bonito paisaje a la mañana siguiente y perturbando el sueño de los que quieren dormir. No es rara la noche en la que los vecinos llaman a la policía, que llega a la zona del botellón y hace marchar a los jóvenes, pero sin más éxito que ese, ya que en la próxima fiesta se volverá a repetir la función. Quizás lo más fácil sea echar la culpa al "maldito botellón" pero esa no es la cuestión. Las alternativas de ocio de los adolescentes de Torre son más bien limitadas, no hay discotecas cercanas para ellos, la mayoría no dispone de coche y el servicio de transporte público en el pueblo presenta bastantes limitaciones de horarios. Todo esto sin mencionar la inexistencia de contenedores cerca de estas zonas, para así facilitar la actitud de limpieza de los jóvenes. En un país donde la tradición de la fiesta está al aire libre, es complicado meter a los chicos en sus casas, además de un sin sentido. El asunto da para pensar.

La historia se repite en el resto de los parques, el de la Urbanización Los Robles, es el Parque Polonia. Con solo mirar la entrada al parque, ya nos encontramos un aviso de lo que nos espera: la señal que indica las actividades que se pueden realizar está en el suelo y pintada, por lo que resulta difícil adivinar su contenido. Mención aparte merece el curioso espectáculo de papeleras, todas desprendidas y en el suelo.

Lo mismo en el parque de la Colonia, Prado Grande, que no por contar con zonas deportivas y estar al lado del Recinto Ferial es más tenido en cuenta para su conservación.

Por suerte, uno de los que en mejor situación se halla es el de la avenida de la Dehesa; el Parque San Roque, santo venerado en el pueblo y por el que se celebran Fiestas Patronales en el mes de agosto en La Colonia. Debe ser que el santo protege el parque del vandalismo.

Muchos parques para muchos usos de gente diferente. Éste es uno de los grandes conflictos que se viven en nuestra sociedad. Además de una falta de conciencia ecológica y respeto por lo que es de todos. La cultura mediterránea invita al espacio abierto, al salir a la calle. Los niños juegan en los parques, los más activos hacen deporte en ellos y los mayores pasean. El punto de encuentro se debe encontrar en el justo equilibrio que lleve al correcto uso, jamás los parques deberían pagar las consecuencias de la mala educación de algunos y del abandono por parte del Ayuntamiento.
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