Más de 40 personas forman el grupo de Jóvenes Activos del que salió esta actividad, explica una las fundadoras del proyecto, Lucía Azcárate. “En una convivencia de un fin de semana empezamos a crear diferentes proyectos y mi grupo pensó en enfocarlo a la soledad no deseada y a contar experiencias”, relata. Ya se han realizado dos encuentros y de momento el resultado no puede ser más positivo. “No nos imaginamos que fuese tan bien recibido y que la gente mayor se animase”.
La dinámica de los encuentros es siempre la misma. Tras la presentación, los asistentes hacen grupos -suelen ser algo más de una decena de mayores y el doble de jóvenes-, van a comprar los ingredientes de la receta y luego ya, en la cocina, preparan el plato, comparten anécdotas… “Les preguntamos quién te enseñó a cocinar esta receta o cuando cocinas solo sientes que te falta alguien o que necesitas la compañía de alguien a la hora de cocinar…”, explica Lucía, quien asegura que todos los participantes salen muy contentos de la experiencia. “No me imaginaba que tuviese este recibimiento”.
Lo más positivo, dicen sus creadores, es que Cocinando Historias no solo contribuye a combatir la soledad de las personas mayores, también los jóvenes aprenden habilidades culinarias y de paso, se contribuye “al mantenimiento de un acervo cultural tradicional y familiar en forma de recetas”. De hecho, el objetivo final es crear un libro con todos los platos preparados en el programa: las albóndigas de la abuela de Paula, el arroz con leche de Elisa, la ensaladilla rusa de Mila, los fideos chinos con verduras de Isabel, las gulas de J. Luis, las patatas camperas de Marcelino… y las historias que hay detrás de ellos.