Los jóvenes, nuestro futuro
miércoles 23 de abril de 2014, 12:06h
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Cada vez son más los casos que aparecen en la televisión de violencia, y no solamente juvenil. Primero el caso de los jóvenes de Pozuelo; posteriormente apareció la agresión de un padre a una directora de un colegio de Madrid, sin olvidarnos del caso de Marta del Castillo.
¿Dónde radica tanta violencia?, ¿la familia, los amigos o la sociedad en general?, ¿qué estamos haciendo mal? Muchas son las preguntas que surgen ante tales acontecimientos. Una cosa está clara y es que la sociedad ha cambiado y está cambiando, así como los valores que se inculcan a los jóvenes y sobre todo la falta de comunicación que existe ya sea entre padres e hijos o entre los propios jóvenes. La comunicación no es la misma y la falta de respeto cada vez es más evidente, y no solamente de los jóvenes hacia los mayores o entre los mismos jóvenes sino la falta de respeto hacía sí mismo.
Toda esta falta de respeto ha hecho que la Comunidad de Madrid se plantee crear una ley en la que la figura del profesor sea más reforzada, a través de nombrarle autoridad pública, ley que mucha gente duda de su eficacia, ya sea padres, alumnos e incluso profesores.
Por suerte en Torrelodones reina la calma y la educación, aunque en algunas promociones siempre hay algún chaval que destaca sobre los demás y no precisamente por su ejemplaridad en las notas; estos suelen ser casos aislados que se pueden solucionar dialogando o con la expulsión del centro durante un día. ¿Pero es esa una solución lógica? Porque bien es sabido que esos chicos rebeldes, no quieren ir a estudiar por lo que les dan vía libre para pasar un día a lo grande; pero es aquí donde aparece la figura de los padres, una figura que a veces no es tan severa como debiera porque ahora en la sociedad en la que vivimos todo vale con tal de que “me dejes un rato tranquilo en el sofá”.
Se le consiente todo, se le premia con una moto, una consola o algo que desee al aprobar el curso, y no se consiente que nadie diga como tenga que educar a sus hijos y que mucho menos que nadie le regañe, ¿alguien se acuerda cuando antiguamente la vecina del quinto te regañaba cuando hacías algo que estaba mal, y no solamente tenía bastante con regañarte sino que encima se lo decía a tus padres? Ahí aparecían los padres para castigar, regañar y en definitiva consolidar la figura del mayor, ahora esto no ocurre.
Aún queda mucho por hacer y una cosa está clara, los padres y educadores tienen que trabajar de una manera conjunta en la educación de los jóvenes. Pero además, hay que facilitar más la vida familiar y laboral, una frase muy utilizada por nuestros políticos pero que aún hay mucho que desarrollar.
Tenemos que sentarnos a recapacitar qué hacemos mal con nuestros jóvenes, porque muchos se quejan de ellos, pero si no luchamos porque sean mejores, nuestro futuro estará basado en función de los valores que inculquemos a los chavales de hoy en día. Educar es cosa de todos.