Carretera y manta

Cuando por aquí andábamos con nuestros temas “pueblerinos” de la necesidad de aparcamientos, la masificación de los recintos deportivos y otros asuntos propios, hasta lo del Área Homogenea Norte se nos queda en mero chocolate del loro cuando, desde Madrid, se ponen a decidir. Fomento decidió arreglar la A-6 y lo comunicó en el BOE con premeditación, alevosía y la nocturnidad vacacional de publicarlo el 25 de julio. El Ayuntamiento, probablemente convencido de que en agosto se viven las fiestas y se cierra todo, tampoco actuó con la rapidez informativa que el caso merece, aunque sí interpuso las alegaciones que le Ley le permite, intentando conseguir -con buenas propuestas- del mal, el menos. Pero no nos equivoquemos: no es tiempo de azuzar rencillas locales y sí de intentar parar entre todos lo que se nos viene encima. El Ministerio pretende ampliar la autovía a diestra y siniestra para que quepan más coches a lo ancho, sin entender que el atasco monumental lo seguirán teniendo a 10 kilómetros de Madrid. Para ello habrá vertidos que afectarán a la Cuenca alta del Manzanares y al Parque del curso medio del Guadarrama; ruidos infernales; expropiaciones pagadas a precio del de “la estampita” -67 euros/m2-; pérdida irrecuperable de entorno paisajístico con tala de árboles centenarios y lesiones al patrimonio cultural con el derribo expeditivo de casas de piedra, que han visto crecer Torrelodones; mamparas que, de por vida, aplastará la autovía contra las casas y pondrá los coches a dos metros... Muchos daños para tan parcos resultados. ¿Hasta dónde hay que ensanchar las autovías a su paso por las poblaciones? De seguir así, en la próxima ampliación, alguien pensará que estorba hasta la mismísima Torre de los Lodones, que alguien colocó ahí arriba hace unos cuantos cientos de años. Al proyectar infraestructuras embutidas en entornos naturales hay que ser especialmente serios y conservacionistas, porque error que se cometa, error que será irreversible. Y en pleno siglo XXI, la solución no pasa por arañar más espacio verde o residencial, público y privado, a un paisaje ya herido por la carretera, sino en restañar la brecha de asfalto que, en el caso de Torre, lo divide en dos: Pueblo y Colonia. ¿Soluciones? Sotérrese la A-6 a su paso por Torre y foméntese de verdad el transporte público. La concejala de Urbanismo dice que si el PP gana las elecciones todo se paralizará. La esperanza es lo último que se pierde, pero de momento no se haga electoralismo y haya trabajo en común para plantar cara a un proyecto que, tal como está, no le interesa a ningún torresano. O unidad o carretera y manta.