Ausencia de novedades

Parece que la palabra “ausencia” se va a poner de moda, dado que mientras en el País Vasco se utiliza la frase “en ausencia de violencia” por la tregua que ETA que parece mantener ya durante dos años, en Torrelodones este verano las fiestas en Pradogrande también puede utilizar para su descripción como que se han celebrado, al contrario que otros años en “ausencia de altercados”. El traspaso de poderes en el Ayuntamiento, después de tantos y tantos años de ser regido por los populares, se ha celebrado sin grandes sorpresas, sin traumas, y sin encontrar ninguna vergüenza bajo las alfombras, como está sucediendo en muchos ayuntamientos y comunidades autónomas tras las elecciones. Vamos, en el ayuntamiento de Torre parece que nos encontramos ante “ausencia” de sorpresas, que no es poco.

Por ahora se va demostrando que los recién llegados, Vecinos, que no han tenido experiencia política alguna en gobiernos, son capaces de continuar la labor de un ayuntamiento no ajeno a los vaivenes económicos que desde hace años azota nuestro país de forma cruel, dejando a su paso una siniestra estela de cadáveres políticos, empresariales, sociales, de moral…
Este verano, la crisis que ha interrumpido la vieja costumbre de tomar vacaciones durante todo el mes de agosto, como mínimo, parece que ha beneficiado al municipio. Beneficiado porque las terrazas se han visto transitadas como ningún agosto anterior, y los comercios han respirado aliviados al comprobar que el cierre de Agosto no ha sido necesario.

Lo contrario de “ausencia” puede ser “presencia” de actividades participativas en las fiestas torresanas. Parece que este año todos los colectivos, organizaciones y políticos del pueblo se han esforzado en brindar unas fiestas entrañables, con innumerables actividades que han alegrado a niños y mayores.

A lo mejor la crisis tiene la contrapartida de que ante malos tiempos el pueblo se une, se ayuda, participa y en definitiva sobrevive. Otra cosa son las empresas que van cayendo por el camino mientras los países sureños nos alejamos cada vez más de la economía seria y sostenible que quizá creímos disfrutar solo hace diez años.