El edificio, que estaba ocupado desde 2012, ha sido objeto de multitud de quejas por parte de los vecinos a causa de malos olores, ruidos, reyertas e incluso por la vulneración de la Ley de Protección Animal, al encontrarse desatendidos algunos animales en su interior.
Según han explicado desde el Ayuntamiento “el inmueble fue inspeccionado por los servicios técnicos de Sanidad este mes de septiembre, a petición de la alcaldesa, y reflejaron en su informe la existencia de fuertes olores que se extendían a la vía pública, perros y gatos sueltos en la instalación, deficiencias de seguridad en el cableado eléctrico, escaleras deterioradas, así como deficiencias muy graves de las condiciones higiénico-sanitarias”.
No son los únicos problemas. El inmueble, perteneciente a la SAREB, “carecía de agua corriente, estaba lleno de basura, con los bajos inundados por aguas residuales, habiéndose convertido en un posible foco de enfermedades. Asimismo, los vecinos habían denunciado en los últimos años la presencia de ratas en las inmediaciones”, señalan.
Los peligros detectados por los técnicos, que han motivado el desalojo, que se ha producido este miércoles “de forma pacífica, sin problemas, incluían el riesgo de nuevos incendios, accidentes y traumatismos por la posible afectación de la estructura del edificio y propagación de enfermedades infecciosas o respiratorias.
Una vez desalojado el inmueble, “los trabajadores de la brigada municipal de obras han tapiado el acceso al mismo, con el fin de evitar futuras ocupaciones”, han señalado.
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