Lo de poner una vela a Dios y otra a demonio lo vienen haciendo muchos políticos socialistas que nos han gobernando o, como el secretario general socialista, Pedro Sánchez, que después de que le transportaran, junto a su familia, en helicóptero para acudir a comer a un exclusivo restaurante leonés en pleno puente de Semana Santa, ha prometido que llegará a Moncloa a cualquier precio. Por eso, los chicos de la coleta llevan tiempo negociando bajo la mesa de camilla con los hombres de Pedro para repartirse los sillones tras el 26 de junio.
Que de eso se trata. Si, que Pedro se siente en la cabecera del consejo de ministros sostenido por los chavistas de Pablo Iglesias... Los que se han hecho amigo de los etarras. Los que insisten en que hay que celebrar un referéndum en Cataluña... Los que quieren comisarios políticos en Justicia... Los que quieren controlar a los medios informativos para que publiquen sólo su verdad...
Lo de las dos velas ya lo practicaba Zapatero, firmando con una mano el pacto antiterrorista del Partido Popular en mayo del 2005 y negociando a la vez en secreto con ETA. Aunque ya sabemos que el buenísimo del ex presidente le lleva a disparar con claveles, que no con balas, a los islamistas que pretenden imponer su doctrina pasando a cuchillo a todo infiel que se interponga.
Y los de Ciudadanos lo saben. A pesar de que presumen que gracias a su acuerdo con el PSOE, esa firma del documento de treinta puntos, ha impedido que hoy Pablo Iglesias fuera vicepresidente del gobierno, tienen claro que para junio habrán diseñado un nuevo escenario donde los barones socialistas bendecirán que Pedro entre en la Moncloa, aunque sea de la mano del mismísimo demonio.
Porque es la única manera de volver a pisar moqueta, de firmar el BOE, de repartir millones de euros de los presupuestos generales del estado a empresas amigas que seguro sabrán agradecer, como han agradecido a los populares que ahora se esconden aplastados por miles de casos de corrupción que los medios de comunicación se encargan de airear convenientemente.
Y es que tenemos unos periódicos, unas televisiones que, desde siempre, han simpatizado con la izquierda y, cuando han podido, han demonizarlo los fallos, las corruptelas de la derecha pasando de puntillas sobre los eres andaluces y demás casos de corrupción institucionalizada desde que llegó Felipe González al poder.
Los socialistas han sido listos. Cada vez que tocaban poder colocaban a los suyos, a sus novias, a sus esposas, en puestos relevantes de las radios públicas, de las televisiones públicas. Luego llegaban los populares y, por supuesto, dejaban a los enchufados socialistas en sus puestos, no la fueran a liar con eso de que la libertad de expresión estaba amenazada.
Así les ha ido. Así les irá. ¿Verdad?