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Un constructor estafador

miércoles 23 de abril de 2014, 12:06h
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Estado de la casa de Maurina y su familia
Estado de la casa de Maurina y su familia
Maurina estaba ilusionada por el traslado a su nueva casa, en Los Peñascales, junto a su marido y su hijo, de 5 años. Quería que todo estuviera acondicionado y bonito, así que preguntó a un conocido del pueblo por alguien que pudiera hacerle unas cuantas reformas: arreglos en la piscina, un porche, una barbacoa, unas escaleras de acceso a la parte trasera, cambios en la entrada...
Se fió de la recomendación que le hicieron y contrató a Raúl Fernández Álvarez, un constructor autónomo quien, aparentemente, no tardó mucho en ponerse manos a la obra, solicitando a sus contratantes un dinero por adelantado para adquirir los materiales necesarios. Era marzo del año pasado, y al llegar agosto, la familia se fue de vacaciones, con las obras todavía a medias, esperando poder disfrutar de su finca reformada a su regreso. "Cuando volvimos del mes de vacaciones, no había habido ningún avance y luego vimos que las facturas del agua y la luz de ese mes eran escandalosamente excesivas", comenta Maurina. Los siguientes meses las obras siguieron paralizadas, obteniendo excusas de distinta índole por parte del constructor. En noviembre retomó los trabajos, pero dedicándoles muy pocas horas y siempre pidiendo dinero por adelantado. "Un día vino el propietario de unos andamios que Raúl había traído a casa para reclamarlos, porque no se los había pagado. También vino a quejarse el dueño de una empresa de construcción del Polígono de Villalba, porque le había dejado a deber unos materiales." Poco a poco, Raúl dejó de ir al trabajo, dejándoles las obras sin terminar: "Nos dijo que se le había acabado el dinero, pero que iba a volver. Tuve que pagar a otros obreros para que no me dejaran la casa abierta, y se dejó todo a medias: la caseta, los canalones para el agua, el suelo de la terraza...", comenta Maurina quien, después de más de un año, ha de vivir con su familia en una casa en obras, llena de ladrillos, hierros, tejas y agujeros por todas partes, sin haber podido solucionar su problema ni recuperar su dinero.

Otros casos
El caso de esta vecina es sólo uno más entre las muchas huellas que ha dejado este presunto estafador por nuestro municipio y sus alrededores. Así nos lo confirma, por ejemplo, Mercedes, quien trabaja en un colegio en Torrelodones y reside en el vecino municipio de Galapagar. En un restaurante cercano a su domicilio, Raúl estaba a cargo de unas obras de reforma (las cuales también dejó sin terminar, pero eso es otra historia...) y, según cuenta: "Después de hacerme distintos presupuestos para arreglar el porche, la piscina, la terraza y hacer las arquetas del agua, me pidió el dinero por adelantado para comprar los materiales". El resto de la historia es muy parecida a la que acabamos de relatarles. Raúl hizo un gran agujero en la finca donde arrojó los escombros de las parcelas contiguas y dejó la parcela inhabitable. De esto hace ya tres años. El total que el constructor ha dejado a deber a esta familia asciende a dieciocho mil euros, una suma que Mercedes heredó de su padre y que había decidido con toda su ilusión invertir en la reforma de su casa: "Lo que más me duele es que se ha reído de mí", comenta indignada Mercedes,"conozco a otras personas a quienes también ha estafado, aunque cantidades más pequeñas".

En la corta entrevista que concedió a Vivetorre, Raúl Fernández admitió ser deudor de Maurina, y expresó su compromiso de pagar sus deudas antes del plazo establecido en un convenio (que la propietaria le obligó a firmar ante notario, si bien carecía de validez ya que Raúl no presentó ningún documento de identidad, alegando que se los habían robado recientemente). Dándole un último voto de confianza, decidimos retrasar la publicación de este reportaje hasta el vencimiento de ese plazo, el pasado 22 de abril. Lamentablemente, no llegó a cumplir su palabra. Maurina le ha puesto una denuncia en la Guardia Civil y, aunque no tiene muchas esperanzas de recuperar su dinero, quiere difundir su caso para, según afirma, "intentar así al menos que no siga engañando a otra gente". Las últimas noticias que se saben de él provienen de la propietaria del piso donde estaba alquilado en Torrelodones: lo ha abandonado, dejando grandes deudas y una tubería de gas destrozada. Todos los intentos que hemos hecho posteriormente desde esta redacción de contactar con él han sido en vano. Raúl Fernández Álvarez es natural de Asturias, tiene unos 50 años de edad, es de baja estatura y rotundamente calvo (aunque suele cubrirse con una gorra), usa gafas con montura metálica y tiene los ojos claros, surcados de arrugas. Si le ven, no le confíen su casa.
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