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Cuando avanzar es una lucha

miércoles 23 de abril de 2014, 12:06h
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Las madres de Iñigo y Borja en la parada de autobús. (Foto: Eva)
Las madres de Iñigo y Borja en la parada de autobús. (Foto: Eva)
Árboles, papeleras o farolas en mitad de las aceras, escalones, coches taponando los pasos de peatones... Los que van en sillas de ruedas no lo tienen fácil para avanzar en nuestro pueblo.
Desde la cristalera de entrada a la piscina cubierta observo cómo uno de los nadadores sale del agua utilizando la silla automática instalada en el bordillo, y es trasladado luego a otra silla motorizada. Pese a su gran tamaño, la maniobra parece fluida. Es Miguel Ángel; una enfermedad degenerativa unió su vida a la de una silla de ruedas el verano pasado. Le espero a la salida con una mueca incierta en los labios. Cuando me acerco, sus ojos azules me sonríen, transparentes, y la tensión desaparece. A su lado, Felipe Herranz, su fisioterapeuta, y el resto de compañeros de la clase de rehabilitación, bromean. Su amistad nació compartiendo penas y alegrías en el Centro de Salud de Torrelodones; ahora son una veintena de pacientes y ex-pacientes, y están formando una Asociación que emana positivismo. Cuentan con una web, www.cojimancos.com, cuyo mensaje queda claro: "Nuestra norma es mantener la moral lo más alta posible. Guerra a la depresión".

A la salida del polideportivo se encuentran con el primero de los obstáculos: hay una rampa, pero su inclinación es excesiva. "Yo puedo", comenta Miguel, "porque voy con la scooter, pero los que van con sillas sin freno o con muletas lo tienen muy difícil". Ramón Carlos, afectado de esclerosis múltiple, lo corrobora: "Cuando la hicieron nueva, no habría costado nada hacerla bien, pero no, ni siquiera tiene barandilla". Tras el baño, suelen ir a tomar algo; ahora que está cerrada la cafetería del polideportivo, no tienen muchas opciones: van a la del Torreforum, porque es la única con todas las facilidades de acceso necesarias. Afirman que, de los más de 40 restaurantes de Torrelodones, sólo pueden ir al de Torreforum y a La Parrilla del Pesca. Todos los demás presentan detalles como algún peldaño a la entrada, escalones para bajar al baño o poco espacio para manejarse con las sillas, que pueden resultar inapreciables para la mayoría pero constituyen barreras terminantes para ellos.

Su actitud frente a sus dolencias concuerda con la frase de presentación de su web: ¡Hay que venir ya quejados de casa!, pero hay reivindicaciones que son ineludibles. Casi todos coinciden en que el mayor problema al que se enfrentan está en las aceras: son estrechas o están sembradas de árboles, farolas, papeleras, alcantarillas... No queda hueco para avanzar. "Yo", declara Miguel, "casi siempre me tengo que salir a la carretera".
Ésta es también la principal queja de Abel, otro de los pacientes de Felipe. Abel estudia derecho en la Universidad Complutense, le faltan ya pocas asignaturas para acabar la carrera, pero, a diferencia del resto de alumnos, no se ha de enfrentar sólo a los exámenes, también a cómo llegar hasta ellos. Hace 4 años que un mal accidente le quitó la autonomía que ahora, poco a poco, se esfuerza por recuperar. Se traslada en una silla de ruedas a motor que dispone de un mando que maneja con la mano derecha. Desde Los Robles, donde siempre ha vivido con su familia, ha de enfrentarse a toda una carrera de obstáculos para llegar al centro del pueblo. Su padre reclama sentido común: "Las Autoridades se tendrían que parar y pensar un poco. No se pueden hacer las calles sólo para las personas jóvenes y atléticas. En este pueblo también hay ancianos y muchas madres con carritos que no pueden caminar por las aceras. Si sólo se piensa en uno mismo, no se llega a ningún lado." Y no es que ni Abel ni su padre tengan nada contra los árboles, es simplemente que les gustaría que no estuvieran plantados en mitad de las aceras...

Desde luego, aspectos a mejorar no faltan. Así piensan Pilar y Marta, madres de Iñigo (10 años) y Borja (12 años), respectivamente. No hay más que ver la parada de autobús en la que todas las mañanas esperan a que recojan a sus hijos, ambos en silla de ruedas, para llevarles al colegio. El bordillo mide unos 30 centímetros y hay varios coches aparcados delante: dos obstáculos para quien, como ellas, ha de transportar a otra persona. "Éste no es un caso aislado", afirma Pilar, "Hay muchas aceras sin rebajes, o con ellos mal hechos, y los pasos de peatones son demasiado escasos". Marta manifiesta su desaliento: "Hemos ido bastantes veces al Ayuntamiento a quejarnos, pero al final dejas de ir porque te desesperas".

Una vez comenzada, la lista de "barreras" que les dificultan el día a día es interminable. "Cuando en una calle se encuentran con casas más bajas o más altas, lo solucionan inclinando la acera hacia un lado u otro", cuenta Pilar, "Por ejemplo, en la antigua Carretera del Pardo, está tan inclinada que si vas solo puedes llegar a volcar. Es indignante, además de peligroso". Marta lo ve claro: "Lo que más desespera", comenta, "es que hay muchas cosas que se podrían hacer, pero no se hacen por tontería, porque nadie piensa en ello"
Ambas reconocen que, pese a todo, hay muchas cosas que están mejorando. Antes, por ejemplo, lo de coger el tren era impensable, ahora hay un ascensor que posibilita el desplazamiento; también todos los edificios públicos disponen de ascensor. Y no toda la culpa es del Ayuntamiento, parte se la lleva la falta de solidaridad de los vecinos; la acusación de Pilar es vergonzosamente cierta: "Ante las aceras u otros obstáculos, hay veces que la gente te ayuda, pero muchas otras veces no". Igual de grave es el tema de los aparcamientos: no hace falta andar en silla de ruedas para darse cuenta de que los coches estacionados en los pasos de peatones impidiendo el paso, o en los espacios reservados a los minusválidos, están a la orden del día.

Después de conocer un poco a alguno de estos "discapacitados", tan capacitados para la lucha, combatiendo las dificultades a fuerza de sonrisas y coraje, uno se siente pequeño e insignificante, pero también indignado. Por favor, señor alcalde: aceras transitables ¡ya!

Eliminación de Barreras arquitectónicas

Es el objetivo del proyecto que ha elaborado por el Ayuntamiento y ha presentado a la ONCE, organismo que tiene un convenio con el Ministerio, para solicitar una subvención. Según Susana Albarracín, gerente de urbanismo, "aunque no la concedan, el Ayuntamiento lo llevaría a cabo por su cuenta". Comenta que están muy sensibilizados con este tema; ya han comenzado adaptando las zonas más transitadas y piensan seguir modificando otras. "El problema es que este municipio ha crecido muy rápidamente y vamos poco a poco."
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