Navidades en crisis
miércoles 23 de abril de 2014, 12:06h
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La subida general de los precios en los diferentes servicios municipales no va a sentar nada bien a los vecinos de Torrelodones. Y menos con la psicosis de crisis que desde hace un año se desayunan en todos los noticiarios. Noticias que sólo reflejan la realidad
no sólo de un paro que sigue aumentando y tiene pocas perspectivas de solucionarse a corto plazo, sino una realidad económica que habla de caída de precios de las viviendas, del suelo, y un frenazo en el consumo que ha provocado un índice negativo de los precios.
Torrelodones, domo los demás ayuntamientos de toda España, han vivido años de bonanza donde el sector de la construcción mantenía al alza los ingresos.Muchos han hecho los deberes, embelleciendo la ciudad y otros han colocado a más empleados, más funcionarios y han engordado los gastos corrientes de nóminas como si el maná de la construcción nunca terminara. El batacazo ha sido terrible. Nadie, ningún político, a los que por cierto no les afecta el paro ni la crisis, se atreve a aplicar lo que hacen las empresas. Reducir personal para sobrevivir a la crisis. Los ayuntamientos, todos, no sólo el de Torrelodones, van a tener que sacrificar las obras, los arreglos, las inversiones culturales, porque a final de mes hay que pagar la nómina. Por no haber, no hay ni para pintar los desconchados de muchas instalaciones municipales.
Habrá que echarle imaginación y tapar con posters los desconchados. Los partidos de la oposición hacen cuentas y denuncian
que al final el incremento de los diferentes precios de los servicios municipales ahogan excesivamente a los vecinos que además deben soportar las consecuencias de la crisis, ya que son muchos los hogares que han dejado de percibir alguno de los sueldos que habitualmente contribuía a llegar a fin de mes holgadamente. Ahora toca ser optimistas y pasar las fiestas en familia, arropando a los que vienen sufriendo una situación que no han buscado, ni esperado. Toca ser caritativo y entonar el mea culpa porque durante años
hemos comprado a precios que no eran razonables y hemos caído en la vorágine de la especulación. Antes, no hace tantos años, las navidades eran fiestas familiares donde, por lo menos una vez al año, todos trataban de estar juntos. Eso se ha perdido y son muchos, muchísimos, los que tienen aparcados a sus mayores en residencias y sólo optan por acudir a lujosos restaurantes donde se preparan especiales fiestas.