Se puso hace un tiempo en la C/ Ángel Alberquilla y su misión era proteger a los viandantes de los coches. El problema es que el poste de nuestra historia, el primero de la fila, no se veía de noche por su color negro y la ausencia de iluminación, por lo que pronto más de un coche le dió unos empujones. Le colocaron entonces dos bandas luminosas para indicar su presencia, pero tampoco fue suficiente, y el poste siguió aumentando su inclinación... Un día, el segundo poste de la fila fue arrancado; entonces se les acercó un amigo, el señor cono, que les ayuda por las noches a ser vistos y así van tirando, aunque los tres saben que esa es una solución incompleta y transitoria y, juntos, esperan ansiosos un final feliz y definitivo, porque ya están hartos de que los coches los golpeen por la noche…