Miércoles 23 de abril de 2014
El próximo 22 de diciembre la fundación Livika, integrada por músicos de España, Portugal, Senegal y Brasil, hará vibrar el Teatro Bulevar con su amplio repertorio rítmico. Hemos hablado con Josema, uno de los músicos españoles integrantes de esta fundación, quien casualmente vive en el vecino municipio de Galapagar. Con su media sonrisa y la tranquilidad que le caracteriza (tengo la suerte de conocerle hace años) me responde unas preguntas que le planteo apresuradamente, y que anticipan lo que será un gran espectáculo:
¿Cuál es el objetivo de la fundación?
Buscamos la unión a través del lenguaje de la música, y especialmente de la percusión, que es el lenguaje más ancestral y universal. Queremos unificar culturas y reflejar lo que está ocurriendo en el mundo, no sólo en cuanto a la globalización, sino también lo que estamos viviendo aquí cerca, en nuestra ciudad: tenemos una gran variedad de nacionalidades conviviendo, y la música es nuestro lenguaje común.
¿En qué ritmos os basáis?
Tomamos los ritmos tradicionales de los distintos países y los reciclamos a nuestra manera. El próximo viernes os traeremos por ejemplo una muestra de música tradicional española, como el flamenco, de la que hemos sacado los ritmos y los hemos puesto en común con la música senegalesa y brasileña. Así surgió una de las piezas que tocaremos, la "Birimbulería", que es un ritmo de bulería tocado con birimbau, un instrumento brasileño normalmente utilizado para la capoeira. También haremos otras "mezclas" como hip-hop cantado en portugués o en wolof (idioma de Senegal).
¿Qué instrumentos son los que más utilizáis?
Además de los tradicionales, empleamos cualquiera que nos pueda servir para hacer ritmos. Tenemos algunos curiosos, como el "chanclafon", que son tubos de PVC de distintos tamaños percutidos con una chancla. También tenemos otros como el Hang, fabricado en Suiza, que es una especie de OVNI de metal con notas que se percute con la mano, o simplemente usamos bidones de plástico para hacer los graves.
Josema, y tú, ¿cómo te metiste en esto?
Bueno, en el Instituto estaba en un grupo de rock, ya desde pequeño me atrajo la batería, y de ahí fui evolucionando, tocando en distintos grupos... Poco a poco esto fue pasando a ser mi modo de vida y, aunque ya llevo muchos años, no dejo de aprender cada día. En Livika estoy hace dos años, pero también participo en formaciones con otros estilos musicales.
¿Y qué es lo que más te gusta de Livika?
No sólo el tipo de música que hacemos y la experiencia de convivir con gente de otras culturas, con todo lo que eso te enseña, también me gusta la idea de ser una fundación y participar en otros proyectos didácticos. Por ejemplo, damos cursos a niños sobre la fabricación de instrumentos con material reciclado.