La Navidad cataliza los rastrillos solidarios, las fiestas benéficas, la recogida de juguetes, las operaciones `kilo´ de alimentos para las personas necesitadas…. Se alterna la fiesta del consumismo con las buenas acciones, entre la nostalgia de un año que se acaba y las celebraciones que anuncian propósitos renovados para el nuevo año. Merece la pena preguntarse si seguimos un rito social o cuáles son las razones propias que nos motivan.
Sirva como un aporte a la reflexión lo que escribió Luis García Montero.- poeta y catedrático de literatura española en la Universidad de Granada- en el prólogo del libro `así en la tierra´ sobre la labor de la parroquia de San Carlos Borromeo ̶ situada en el barrio de Entrevías, estuvo amenazada de cierre por el Arzobispado en el 2007 por su liturgia trasgresora y sus actuaciones de carácter social, este mismo año se ha negociado para que dejara de ser parroquia y pasara a ser un centro confesional de atención a los marginados; sus miembros se reconocen como plataforma, espacio, comunidad o asamblea ̶ .
Este autor dice que “la caridad se basa en una pena transitoria y callejera, una piedad que no cuestiona el mundo y que hace que nos sintamos buenos, un consuelo. Nadie se responsabiliza de los dolores ni de los privilegios”, sin embargo, “la solidaridad desconsuela porque nos lleva a padecer no a compadecer” y añade que “en vez de limosnas hay que exigir amparos, leyes, responsabilidad del Estado a la hora de resolver conflictos y evitar injusticias reconociendo las circunstancias sociales de los que tengan o no carta de ciudadanía”.