Miércoles 23 de abril de 2014
No hay que ser muy ingenuo para darse cuenta que los incidentes de las pasadas fiestas de La Colonia, no fueron un hecho espontáneo ni aislado. Más bien estuvo planificado con anterioridad, organizado, convocado mediante la tecnología móvil y con un resultado satisfactorio para sus organizadores. Las armas intervenidas no son las que los chicos de Torre suelen portar habitualmente. No. Se trataba de lunchacos, puños americanos, etc, de los que los anti sistema suelen presumir en sus fechorías. Los mismos que utilizan cada vez que organizan una pequeña revuelta y alarman a vecinos que no saben a que viene esa batalla campal boicoteando las celebraciones populares un día en Las Rozas, otro en Majadahonda, y también en Torrelodones.
Las autoridades locales sabían de su convocatoria días antes del comienzo de las fiestas. En las llamadas redes sociales ya habían empezado a citarse las consignas de siempre y por eso dieron aviso a las fueras de seguridad para que estuvieran preparadas. Algo se estaba preparando y al final resultó.
Aparte de preguntarse cómo hemos llegado al punto de tener hijos que se divierten alterando y enfrentándose en una auténtica batalla campal contra las fuerzas del orden público, aparte de preguntarse si como padres estamos educando adecuadamente a unos hijos que se arman con lunchacos, puños de metal, y destrozan mobiliario urbano sin que nadie les pida responsabilidades... aparte de preguntar a los políticos por qué no se organizan actividades saludables donde los jóvenes se sientan atraídos y satisfagan sus descargas de adrenalina en actos deportivos o por lo menos más adecuados que dejarlos que se aburran y acudan a las convocatorias de los anti sistema.
Alguien está fracasando, si, en muchas partes, cuando observamos actitudes como las sucedidas en Torrelodones en las pasadas fiestas. El sistema no está respondiendo, los padres no se enteran o no miran lo que hacen sus hijos cuando salen de casa y los políticos, en lugar de mirarse el ombligo deberían pensar en dar educación cívica y poner los medios para que los jóvenes se sientan atraídos por actividades deportivas sanas.
No hay que olvidar también la investigación policial que debería llegar a donde se inicia la actividad anti sistema. Porque nada es espontáneo ni gratuito. Todo está organizado con alguna finalidad.
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