Hay que eliminar las barreras arquitectónicas urgentemente
Miércoles 23 de abril de 2014
Torrelodones no tiene un actor con Síndrome de Down que tenga una Concha de Plata pero tenemos una docena que se merecen unos cuantos premios, por su esfuerzo, sacrificio, trabajo, entusiasmo y alegría. Hay que empezar a valorar más a las personas con discapacidad, integrarlos más entre nosotros y sobre todo ponerles las cosas más fáciles, desde eliminando barreras arquitectónicas hasta normalizando más la situación. Todos en algún momento podríamos necesitarlo.
Pablo Pineda es el primer español con síndrome de down en obtener la Concha de Plata como mejor actor con la película “Yo, también”, pero además es el primer europeo con un título universitario. El joven malagueño ha terminado la carrera de Magisterio y está acabando Psicopedagogía.
Los especialistas están orgullosos de poder ver una película así pero aseguran que puede crear falsas expectativas a las personas con una discapacidad. Afirman que personas como Pablo Pineda, puede haber pocas, pero no es la realidad, ni el día a día de las personas con síndrome de down.
Todos decimos que hay mucho por hacer, ¿pero realmente que hacemos? No nos damos cuenta de las deficiencias hasta que nos toca de cerca. No solamente hay que luchar por la eliminación de las barreras arquitectónicas, que aún quedan muchas por quitar, sino también por incorporarles en la sociedad de una forma más normal.
Y Torrelodones no puede ser menos. Si nos damos una vuelta por el municipio, podemos encontrar aún muchas barreras arquitectónicas, como pueden ser bordillos altos, escaleras sin una rampa de acceso, ausencia de barandillas o simplemente aceras intransitables. Las personas que tienen alguna discapacidad física les cuesta trasladarse por el municipio sin encontrarse algún impedimento en el camino. “A veces no hace falta tener una discapacidad, solamente hay que salir a calle con un carrito de bebé, las dificultades son las mismas” nos afirma algún afectado.
Según nos ha contado su presidente de la asociación Cojimancos Miguel Ángel Martínez “se ha hecho bastante pero todavía hay que hacer mucho más”. Muchos de los accesos se han conseguido tras varias reuniones con el consistorio, por ejemplo la rampa de acceso a la piscina municipal, que ahora cumple la normativa vigente, las obras de la colonia se hicieron también acorde a la Ley de Accesibilidad; y mucho de esto fue gracias a algunos acuerdos con la ONCE.
A la vez que se ha hecho esto, Cojimancos reclama la remodelación de otras dependencias municipales como es la Casa de Juventud o las aceras que tienen muchos obstáculos debido a los árboles, papeleras, farolas, adoquines rotos, o bordillos altos. Cojimancos es consciente de que lleva su tiempo arreglarlo pero no hace falta demorarlo tanto cuando es tan necesario para muchos vecinos.
Pero no sólo el Ayuntamiento tiene cosas pendientes, sino todos los vecinos necesitamos un poco de civismo, educación y conciencia. Nos referimos a toda esa gente que ocupa las plazas de aparcamiento de minusválidos sin tener la tarjeta reglamentaria. Según los afectados “ahora hay un poco más de conciencia, pero no por nosotros, sino porque se ha endurecido la ley y aparcar ahí le puede suponer la pérdida de algún punto”. Además, hay que mencionar los autobuses urbanos, muchos afectados se quejan de la falta de sensibilidad de algunos conductores, a veces porque paran donde no puede bajar una silla de ruedas debido a algún obstáculo, otras porque no funciona la rampa elevadora, y otras, por no tener cinturón de seguridad.
También hay que hacer mención a los establecimientos. Pocos son los que están adaptados, pero tampoco están obligados por la ley, y no son muchas las ayudas que reciben para hacer frente al elevado coste de las obras. Pinchos Gourmet, es de los pocos restaurantes, si no me atrevería a decir el único, que tiene un local totalmente reformado y accesible para un persona con movilidad reducida. Sin lugar a dudas todo un ejemplo.
Pilar es una de las afectadas, afirma que está cansada de quejarse y que no se haga nada, ya no solamente por las aceras y la cantidad de árboles que hay en ellas “soy consciente de que quedan muy bien, pero ¿son realmente necesarios?”, o en la misma Plaza de la Constitución, “es difícil acceder a ella cuando vienes por la calle Real, porque te topas con las terrazas, por lo que tienes que dar un buen rodeo”.
De la misma manera, Ana tiene algunas propuestas interesantes que se deberían escuchar, entre ellas destaca la adaptación de parques infantiles para niños discapacitados, “no hay ni un solo parque en el pueblo en que mis hijos puedan montarse en un columpio de forma segura”. Asimismo, “es triste que no haya alguna actividad por las tardes o los fines de semana en Servicios Sociales para los chavales con discapacidad”.
Como es evidente, solamente hay que sentarse un rato con las personas para poder tener un pueblo ejemplar. Pilar reclama una cita, “me gustaría que el alcalde se viniese conmigo y mi hijo a dar una vuelta en sillas de ruedas, se daría cuenta de las deficiencias que tiene Torrelodones”.
CITO, una ayuda muy necesaria
Y es que no solamente las personas con movilidad reducida necesitan ayuda y luchan contra sus adversidades, sino también las personas con minusvalías psíquicas o trastornos psicopedagógicos y de comportamiento.
Por este motivo, un total de 16 trabajadoras y 22 voluntarios aportan su granito de arena en Torrelodones ya que llevan trabajando durante 10 años con 160 familias en el Centro Infantil de Terapia y Ocio, CITO.
Éste es un centro sin ánimo de lucro que surgió con la idea de cubrir la demanda de intervenciones y tratamientos para un mejor desarrollo e integración social de estos chicos. Una iniciativa que ha sido apoyada por el Ayuntamiento de Torrelodones, la Mancomunidad de Servicios Sociales THAM y por la Comunidad de Madrid ya que es uno de los 25 centros concertados que hay en toda la Comunidad de Madrid, y un referente en la sierra, por ser uno de los dos centros que hay en la zona noroeste.
Este equipo multidiciplinar, en donde encontramos a profesionales formados en diferentes áreas, trabaja de forma individual con cada niño en función de las necesidades, y siempre coordinado tanto con las familias como con los centros educativos para poder trabajar en la misma dirección.
Según aseguran desde CITO lo importante es tratar el problema desde pequeño, por eso hay tres áreas de trabajo bien diferenciadas. La primera de ellas, la más demandada, es atención temprana, dirigidas a niños de entre 0 a 6 años, a sus familiares y a su entorno. Aquí, donde hay plazas gratuitas, se da respuesta lo más pronto posible a los trastornos permanentes o transitorios que presentan, o tienen el riesgo de presentar, los niños en su desarrollo, por eso se dan servicios como logopedia, fisioterapia, psicomotricidad o estimulación sensomotriz.
Posteriormente, a partir de los 6 años se sigue trabajando con actividades como lecto-escritura, lógica-matemática o psicomotricidad vivenciada; en donde a través del juego se mejora las actitudes y los comportamientos.
Pero además, hay diversos talleres lúdico-terapéuticos de pintura, de teatro, de habilidades sociales, de baile o de autonomía personal donde aprenden los euros o el tiempo.
Y por último, está Club de Ocio, que se desarrolla fundamentalmente los fines de semana, donde gracias a la colaboración de fundaciones los chavales visitan museos, musicales, van a la bolera o al cine, todo bajo la ayuda y la supervisión de unos voluntarios, que también están formados.
“Todos los chavales son una gran familia, porque desde pequeños están juntos, crecen, evolucionan, se ayudan y se apoyan. Desde que entran al centro hacen una piña, forma un grupo de amigos sensacional y ya es difícil que se separen” nos cuenta CITO.
Aunque el objetivo con que se creó el centro se haya cumplido, aún queda mucho trabajo y hay nuevos proyectos en camino, como por ejemplo, afianzar el taller de autonomía, abrir el taller de danza y movimiento, crear una escuela de abuelos y hermanos, poner a disposición de los bebés una fisio-pediátrica, y crear algo muy demandado, un centro ocupacional. “Lo más importante es que sean felices en una vida lo más normal y autónoma posible”. Y sobre todo, integrarlos aún más en la sociedad, aunque las cosas han cambiado, ya que cada vez están más presentes en la vida cotidiana, como es en el cine o en las empresas; pero aun así, todavía queda mucho por hacer y todos tenemos que colaborar.
El trabajo se ve recompensado
Tras más de un año y medio de duro trabajo, la obra de teatro “La bella y la bestia” interpretada por 12 chicos del taller de teatro del centro, fue todo un éxito.
En un teatro donde no cabía un alfiler todos los presentes, amigos y familiares, se emocionaron, rieron, lloraron. Los protagonistas se sintieron estrellas por una noche y por eso ya quieren volver a interpretarla e incluso hacer alguna obra nueva, entre las que destacan “Peter Pan”.
No hay duda que el teatro es una terapia excepcional para las personas discapacitadas. Es un estímulo invalorable y un reconocimiento social sin igual, que les anima a seguir adelante y esforzándose cada vez más. Bien es sabido que intelectualmente tienen sus limitaciones, pero lo que nadie sabe es que habilidades sociales, tienen, y muchas; por lo que hay que empezar a valorar las potencialidades de la persona, no su cociente intelectual.
Es evidente que todos tienen sus barreras y se deben eliminar ya.
Noticias relacionadas