Miércoles 23 de abril de 2014
Hay un deseo que seguramente será el más pronunciado entre gran parte de los españoles cuando nos tomemos la última de las uvas este año: que acabe la crisis, o la recesión económica, o el aumento de los parados, o el descenso de las ventas… Cada uno tiene una forma distinta de afrontar este periodo: con austeridad y contención del gasto, como ha reflejado este Ayuntamiento en sus presupuestos generales para el año 2009, o con un aumento del gasto social, como parece pensar el Gobierno de la Nación y ha llevado a la práctica con los ocho mil millones de euros del Fondo de Inversión Municipal, destinado a que los Ayuntamientos financien obras públicas y generen empleo. Todavía no sabemos, por cierto, en qué se los gastará (¿nos los gastaremos?) nuestro Ayuntamiento, pero esperamos que su inversión sea lo más productiva posible. Venga la eficacia de una u otra parte, parece que entramos al año un poco cuesta arriba.
La “tasa de las aceras” ha venido a caldear aún más el ánimo de los ya asfixiados vecinos, tal y como nos ha quedado patente en el aluvión de cartas que hemos recibido sobre este tema en la redacción (y que, por falta de espacio, no hemos podido reproducir).
Pero, imaginemos por unos momentos que el dinero no es lo que mueve el mundo. Veremos entonces que son muchas las cosas por las que tenemos que mirar al futuro con optimismo: el clima político que se vive es de consenso y cordialidad (ante el abandono del Pleno del año pasado por parte de la oposición a modo de protesta en la votación de los Presupuestos, este año el Alcalde se ha comprometido a convocar una Junta para estudiar sus propuestas); se ha dado el primer paso de proyectos importantes, como el del aparcamiento de la estación de tren, la peatonalización del casco urbano o la construcción de un nuevo Polideportivo en el Área Homogénea Sur; se siguen repartiendo viviendas de protección entre los jóvenes (aunque la oferta queda todavía muy lejos de la demanda); nuestros niños han destacado por sus buenos resultados en las pruebas escolares realizadas en la Comunidad de Madrid; el asociacionismo vecinal goza de buena salud; la oferta cultural no deja de aumentar en calidad y ha conseguido reconocimiento más allá de nuestras fronteras…
Sin embargo, hay que seguir esforzándose porque Torrelodones sea un pueblo en el que dé gusto vivir. No sólo un pueblo sin basuras en las calles como nos reclaman nuestros vecinos famosos desde los carteles institucionales – que también – sino un lugar en el que puedas aparcar fácilmente para ir a hacer la compra cerca de casa, en el que no sufras atascos a la entrada y la salida de los colegios (y del pueblo) durante las horas punta, en el que podamos disfrutar de una piscina municipal con instalaciones seguras, en el que no haya que esperar meses para que te vea el médico, en el que no veamos peligrar nuestras encinas centenarias…
Demasiados deseos, quizá, para el próximo año… Lo resumimos en uno: que sepamos convivir en paz.