Miércoles 23 de abril de 2014
Se dice que una sociedad está lo suficientemente desarrollada cuando sus vecinos disfrutan de comunicaciones adecuadas. Tanto en vías convencionales, carreteras, ferrocarril, cercanía de aeropuertos… como las de telecomunicación. Hoy, en pleno siglo XXI, en plena era de la globalización, las conexiones a la banda ancha para acceso a internet son imprescindibles- Todos dependemos ya del acceso a internet para la cotidianeidad de la vida. Colegios de enseñanza exponen en la web las convocatorias de exámenes, plazos, matrículas, notas. Para viajar ya es imprescindible disponer de un acceso en internet donde hacer las reservas tanto hoteleras como de vuelos y trenes. Incluso algunas compañías aéreas no disponen de venta de pasajes que no sea a través de la web. Internet se ha hecho imprescindible para las tareas de los escolares. Incluso para la cesta de la compra. Hogares sin internet pocos, muy pocos. Y en ciudades que presumen de disfrutar del llamado bienestar, menos aún.
Por eso no se entiende que en un municipio como Torrelodones, a algo más de treinta kilómetros de la capital del Estado, con un índice económico elevado, todavía la compañía Telefónica, antiguo monopolio estatal, se niegue a llevar el cable a determinadas viviendas bajo la excusa de que sus pares no llegan y el coste del mismo debe correr a cargo de quien lo solicita.
Y tampoco se entiende que las denuncias que los vecinos tramitan contra el antiguo monopolio se queden en el Ayuntamiento sin más presión que la del grito de disconformidad de quien reclama que alguien le escuche y enderece el entuerto. Todos hemos sufrido en varias ocasiones de la vida la prepotencia de Telefónica. Sus contestaciones fuera de tono y, sobre todo, una actitud que sólo busca el enriquecimiento y da el servicio que le exige la ley y el último día de plazo si es preciso. Y si hay manera de buscar un recoveco para ganar más, pues lo hace.
Porque Telefónica, con todo lo que ganó mientras monopolizaba las telecomunicaciones en este país, mientras cobraba mil por lo que le costaba diez, ha invertido y comprado otras compañías en la mayoría de países desarrollados de América Latina. Y el concepto que tienen de Telefónica en todos esos países mejor no mencionarlos. Una compañía que ofrece unos servicios pésimos, caros, y con descarado desprecio a los usuarios que reclaman y reclaman y nadie les hace caso.
Ya va siendo hora de que alguien pegue un puñetazo sobre la mesa del responsable y acabe con ciertos favores que hacen que las reclamaciones al antiguo monopolio queden en saco roto. Alguien debe exigir que ese enjambre de cables que se ven en muchos barrios, queden decentes o bajo las aceras, como exigen en ciertos lugares. Y, en nuestro caso, en Torrelodones, alguien debe tomarse en serio que todos los vecinos deben tener acceso a la línea telefónica, y a la ya imprescindible ADSL. La globalización debe llegar a todos, no a los que tienen sus viviendas cerca de un nodo de Telefónica. Si tienen que cablear, pues que cableen, que es lo que saben hacer y para eso cobran luego lo que cobran.