Torrelodones

Con los niños no se juega

Miércoles 23 de abril de 2014
Con los niños no se debe jugar en lo tocante a su cuidado y formación; y quien dice jugar, dice hacer política, aunque ésta dicte los destinos educativos. En una sociedad occidental del siglo XXI, es errónea y desfasada la afrenta entre lo público y lo privado. Y en esto no vale hacer política local poque las competencias son de las autonomías. Los ayuntamientos han quedado para ceder terrenos y apoyar con subvenciones, siempre insuficientes a sus necesidades. La CAM ha optado por los centros privados y los nuevos movimientos de la Iglesia toman el relevo de los jesuitas y maristas en los nuevos grandes colegios, con el beneplácito de Esperanza Aguirre. Pero las escuelas infantiles y guarderías proliferan y son profesionales no tan poderosos ni, por supuesto, tan marcados ideologicamente; por lo tanto, hay demanda y oferta variada privada. Pero también es verdad que, en niños hasta 3 años, en el nuevo curso habrá 31.144 plazas públicas, 6.600 más que el año anterior, en un total de 378 escuelas, un 27% más que al inicio del curso 2007/2008. Y, además, cerca de otros 28.000 niños de 0 a 3 años, que vayan a escuelas infantiles privadas autorizadas por la Comunidad, recibrán más de 33,6 millones de euros en ayudas directas durante el próximo curso. Esto debe potenciarse porque a más hijos, menos recursos. Ninguna escuela debe ser un mercado, ni debe comprarse la gestión educativa como si fuera un corteinglés, entre otras cosas, porque si el niño sale mal instruido para la vida nadie le devolverá el dinero ni el tiempo. Entonces, en la Escuela Infantil, el debate debería estar en la buena o mala calidad. El concepto "calidad de enseñanza" está tan manoseado que hay que volver a encontrar cierto peso a la expresión. Que, en instrucción, calidad significa cantidad: inversiones en recursos materiales, planes educativos y capital humano; es decir, cosas y estancias, ideas y maestros. Un centro de calidad es el que potencia la capacidad de aprender, la de socializarse, la afectiva, la estética y la moral de los alumnos; la que promueve la participación de las familias y el desarrollo profesional de los profesores. Escuelas infantiles eficaces en el equilibro y felicidad de los niños. Pero es ésta una tarea de profesores y padres, educadores todos; que, cada vez más, las familias delegan en otros como si la formación integral de los hijos fuera cosa del colegio, y así pasa que enseñar a controlar el pipí se lo dejamos a la guarde, y a los 14 años los muchachos lo que no saben controlar es la cámara del móvil. Pero, para eso, haya más cuidadores y educadores, sin más niños por aula. Es imposible educar al por mayor; cuanto más personalizada sea la educación, mejor. Aunque sea mala la comparación, ahora que los catering, peluquerias y hasta los piensos para perros personalizan los tratamientos, ahora que nacen pocos niños, se no se entiende que se pretenda aumentar su número por aula. Haya medios; comprométanse padres y profesores, y sean los políticos inspectores en la calidad de las escuelas. Lo que se les dé a los niños, los niños darán a la sociedad.


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