Miércoles 23 de abril de 2014
Es increíble que ya metidos en el siglo XXI las aguas residuales del municipio de Torrelodones estén siendo vertidas en los ríos de la zona sin que nadie de un puñetazo encima de la mesa y diga que ya está bien. Porque hay gestiones que se pueden ejercer con humildad y tenacidad.
Pero cuando el medio ambiente está siendo atacado, cuando ya existe una estación depuradora para los municipios de Torrelodones y Galapagar, cuando salta la alarma en el Barrio de los Peñascales y se comprueba como se deteriora el Arroyo de la Solana, no basta con llamar al Canal de Isabel II para que de una vez por todas finalicen la construcción de los colectores. La verdad es que desconocemos las gestiones que se vienen haciendo desde hace años para solventar este desastre, aunque nos tememos, como siempre, que la burocracia sea la causante de que aún hoy no se tenga fecha fijada para terminar las obras, cuando lo más difícil de conseguir, lo más costoso, como es la estación depuradora, hace tiempo se terminó.
Y también es increíble que la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid, tan celosa y purista en cuando a los permisos para actividades en zonas protegidas, tan poco permisiva a que se instale una antena repetidora en el monte, tan histérica cuando están en peligro los bichitos de un territorio, no exija, como sabe hacerlo, la inmediata finalización de los vertidos, obligando a quien corresponda a que se construyan los emisarios correspondientes de Torrelodones.
Y cuando las administraciones son lentas, burocráticas, educadas, etc, no está mal empujarlas con movilizaciones populares, que eso sí parece que funciona, sobre todo cuando las imágenes pueden ser portada de las publicaciones de la zona.