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Escaparate de Berg by Berg
Escaparate de Berg by Berg

Oleada de robos en los comercios

miércoles 23 de abril de 2014, 12:06h
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Pónganse en situación: son las ocho y cuarto de la tarde, estamos en invierno, es sábado, 18 de noviembre. Galya, de Bulgaria, está sola en la panadería en la que trabaja, preparando el pan para el día siguiente en la parte interior de la tienda. A estas horas llegan pocos clientes, pero todavía está abierta. Oye el tintineo de la puerta y, al ver de lejos que alguien entraba directamente al mostrador, Galya se pensó que sería su hijo que venía a buscarla. Se equivocó. Cuando sale, un encapuchado la recibe con una navaja en la mano; hay otro más en la tienda y un último, éste sin capucha (y, según la panadera, de aspecto sudamericano y menor de edad) haciendo guardia en la puerta. Con forcejeos, la inmovilizan en la parte trasera y la golpean varias veces ante sus gritos pidiendo socorro. Hasta aquí puede que nos suene a una historia de robo más, una de tantas, pero quizá nos sorprenda saber que el escenario no es otro que nuestro conocido "Pan de Gala", donde tantos vecinos compran su pan a diario. No es muy habitual un robo semejante en un municipio que, según insistentemente nos repite nuestro Alcalde, Carlos Galbeño, "es el que tiene menor índice de robos de toda la Comunidad de Madrid". La historia acaba con una Galya asustada, con gafas rotas y varios cortes en las manos, y una caja registradora vacía. Desde el suceso, la panadería ha decidido echar la llave dos horas antes. En todo caso, no sería un hecho noticiable si no fuese porque es el séptimo robo que se produce en la misma zona en el mes de noviembre. La primera víctima fue la tienda de regalos Berg by Berg, en la misma calle José Sánchez Rubio, el viernes 11 de noviembre. Su propietario, Ricardo, quien también regenta el Irish Tavern, echó un vistazo por la zona cuando cerró el bar - sobre las 4 de la madrugada - para comprobar que todo estuviera en orden. Al poco de llegar a casa, recibe una llamada de su empresa de seguridad alertándole del robo que acababa de producirse: rompieron el cristal blindado del escaparate y se llevaron todas las joyas y relojes de marca que estaban expuestos. Casualmente, esa misma noche robaron unas furgonetas que estaban aparcadas en la urbanización Flor de Lis con herramientas de trabajo como picos y palas... Al alto valor de los objetos sustraídos del escaparate se suma la imposibilidad de reponerlos en un plazo breve, lo que, paradójicamente, resultó finalmente más una ventaja que un inconveniente para este comercio. La razón es que, sólo unas semanas más tarde, el 30 de noviembre, los ladrones (o quizá otros, emulando la anterior "hazaña"), repitieron la jugada, y se volvieron a llevar los pocos relojes de marca que ya habían repuesto. En total, el valor de lo robado en las dos noches asciende a unos 20.000 euros. "Llevo en este pueblo veinte años y no he visto otra oleada de robos como ésta", comenta Ricardo, "Sí que ha habido robos a chalets, pero no a comercios y menos a cincuenta metros del Ayuntamiento". En su opinión: "Al llevarse la Comisaría de Policía a Los Bomberos, han quitado ese factor disuasorio que había cuando la teníamos aquí cerca. Han dejado el centro desprotegido, sin ninguna unidad fija. Tampoco hay las suficientes unidades policiales para las noches, ya que están dispersas recorriendo las urbanizaciones". También la Guardia Civil cuenta con poco personal, sumado a que los fines de semana varios de sus efectivos se encuentran realizando los también necesarios controles de alcoholemia. La sensación de desamparo e inseguridad es compartida por la mayoría de los comerciantes de la zona, como la propietaria de la tienda de ropa Shack, un poco más arriba, a quien le tocó el turno el martes 14 de noviembre. Por la noche, la dueña recibió una llamada de su empresa de seguridad comentándole que había saltado la alarma, pero que probablemente sería una falsa alarma. Esta empresa le dijo que si llamaba a la Policía y luego resultaba no ser cierto, le pondrían una multa, lo cual, según ha asegurado la Policía, es rotundamente falso. A las pocas horas, recibió el informe de los municipales: habían forzado la cerradura y se llevaron abrigos de pieles, joyas y bolsos... todo valorado en unos 30.000 euros. Rosa, quien lleva un año trabajando en la tienda, comenta que esa misma tarde estuvo merodeando mucho rato una mujer del este que le pareció "sospechosa". "Entre los ladrones y el nuevo Centro Comercial, nos han apañado las Navidades", se lamenta. Por citar sólo otros casos, en la zapatería de la calle Los Ángeles forzaron la puerta en dos ocasiones, afortunadamente sin éxito, al igual que la verja de la pizzería de la Calle Real. En otro comercio de esta misma calle sí se fueron con la suya: en la mercería Sonsoles, donde ni siquiera tenía instalada alarma ya que, como asegura su propietaria, "quién se iba a imaginar que nos iban a robar aquí...". Lo insólito de este caso es que una vecina fue testigo de cómo rompían la ventana, en torno a las 6: 30 de la mañana, y llamó a la Policía para informarles. Cuando, unos veinte minutos después, esta vecina volvió a asomarse a la ventana y vio luz en la tienda, supuso que era la Policía, que ya estaba sobre aviso. Sin embargo, fue la misma propietaria la que descubrió el robo cuando, como todos los días, acudió a abrir su tienda. En torno a las diez de la mañana volvió a llamar a la Policía, donde le indicaron que no se habían presenciado en la tienda ¡¡porque no la habían encontrado!! "Y hasta ahora no han venido", comenta indignada la propietaria, "sólo acudió la Guardia Civil, pero bastante más tarde. Aquí pagamos muchos impuestos y, lo mínimo que esperamos, es que al menos atiendan nuestra llamada de aviso". Después de ver vacía su caja registradora - curiosamente, sin señales de haber sido forzada - , ahora se lleva el dinero todos los días y está pensando en poner una alarma. Otros colegas que todavía no han corrido la misma (mala) suerte, ya han tomado medidas, como adelantar el horario de cierre o retirar de sus tiendas los productos de valor. Tampoco las cafeterías se han librado de la oleada. Hablamos con una camarera de Carpe Diem, María Jesús, quien asegura que en este año le han robado dos veces: el pasado mes de enero y el último domingo de noviembre, en ambos casos rompiendo los cristales y vaciando la caja registradora. Es la quinta vez en cuatro años, y mayoritariamente en fechas navideñas. María Jesús afirma que hay inseguridad: "Todas las mañanas vengo pensando a ver si han roto los cristales".
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