Crisis inmobiliaria: Torre no se hunde
miércoles 23 de abril de 2014, 12:06h
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Soplan malos vientos para la economía: suben los precios y el IPC se dispara; también las hipotecas, mientras los bancos aplican en sus préstamos el derecho de admisión; los alquileres suben en demanda y el mercado sube el precio; el índice de paro toca cotas históricas; baja mes a mes el PIB, y en las bolsas del mundo ya corre sangre por los parqués, mientras los tiburones afilan sus dientes; que siempre las grandes fortunas se hicieron a la que salta de los muertos económicos. A todo esto, el petróleo a precio de oro amarillo y otros empeñados en sacar la gasolina del arroz, el trigo y el maíz, la dieta del pobre, que ya se usa para hacer volar aviones. Y para colmo en elecciones, que si ZP o Rajoy, coincidiendo con que si Hillary, Obama o el del pelo blanco. Cuando los gobernantes son inciertos a futuro, las economías se paran no se sabe bien por qué, pero no vaya a ser que alguien anuncie barra libre de casas gratis para todos... y uno se la comprara ayer. Y así las cosas, llegamos a la crisis inmobiliaria. La burbuja no ha estallado como anunciaban los agoreros. La construcción, locomotora de la economía, ha disminuido su velocidad, pero no ha descarrilado. Y, ¿qué pasa en Torrelodones? Torre no se hunde, gracias. Gracias... a su entorno privilegiado. La escasez de suelo hizo que en pleno boom los especuladores no entraran a saco porque aquí los precios de las casas y los pisos ya eran más altos que en otros sitios. De siempre, tener casa en Torrelodones ha sido signo de la opulencia de los ricos de Madrid. Hace seis años, los nuevos inversionistas compraron a troque y moche en los PAUS de la capital y los tiburones se inventaron, por arte del birlibirloque recalificador, mega-ciudades espantosas en mitad de los páramos de Toledo. En Torrelodones compró quien quería vivir con encinares sobre el horizonte o con un parque natural como continuación del patio de su casa; a sólo 30 kilómetros de Madrid; a orillas de la autovía mejor dotada, con tren de cercanías y los autobuses mejor valorados de toda la Comunidad de Madrid. Torrelodones, afortunadamente, es un pueblo y lo seguirá siendo; con dotaciones cada vez más modernas, lo que garantiza una excepcional calidad de vida. Y con unos impuestos asombrosamente bajos para quien quiera compararlos con los de fuera. No cabe duda de que Torrelodones venderá toda la vivienda que tenga disponible porque el ser humano tiende a querer vivir cada vez mejor y la zona está atendida por inmobiliarias con avalada experiencia y profesionalidad, especializados en un área muy determinada. Hoy, los especulares ya buscan mercados emergentes en los que invertir con mejores resultados. Ahora, es el tiempo de compra de las familias; de aquellas personas que buscan una vivienda para disfrutarla y para hacer de ella hogar; para tener un perro y ver crecer a sus hijos. Y para eso Torrelodones, fuera de coyunturas pasajeras, sigue siendo uno de los mejores lugares concocidos.