Las quejas continúan

Ya advertíamos hace un mes desde estas mismas páginas de Más Vive que la falta de aparcamiento en las calles del centro de Torrelodones tenía soliviantados a los comerciantes. Las obras del verano, que se han extendido hasta prácticamente la entrada del otoño, han sido el detonante pero las quejas por la eliminación de estacionamientos vienen de atrás. Los comerciantes dicen que faltan 270 plazas, el Ejecutivo calcula que un centenar. Sea como sea, hay menos. La ampliación de aceras tampoco gusta aunque sólo sea porque se considera que las obras se han hecho a costa del espacio para la circulación y el aparcamiento de vehículos.

Las quejas son las mismas que hace un mes pero la situación ha evolucionado hasta una manifestación de los comerciantes en la plaza de la Constitución, celebrada el pasado 13 de octubre, que, al cierre de esta edición de Más Vive y a expensas de volver o no a reunirse con el Ejecutivo, querían repetir el 21 o 22 de octubre. En este tiempo ha habido también varias reuniones con los responsables municipales que, según a quién preguntes, no han ido todo lo fluidas que deberían. Hemos escuchado hasta quejas por las formas y el lenguaje empleado en esos encuentros, y como no hemos estado presentes no vamos a entrar en este tema más que para reflexionar que cuando hay una mesa de negociación de por medio hay que mantener la cabeza fría y el corazón a un lado. Si no, es muy posible que no se avance por un ‘cójame usted esta cesta de chufas’. Y hay muchas cosas en juego.

En el fondo de la cuestión está, por un lado el miedo de los empresarios a que peligre su medio de vida, y por otro la labor del Ayuntamiento que tiene que gestionar, hacer más habitable un espacio urbano que de entrada no es muy cómodo y dar soluciones para todos: comercios, conductores y peatones, que suelen ser los que peor parte llevan en las ciudades a pesar de que es un colectivo compuesto, en buena parte, por menores, ciudadanos de la Tercera Edad y personas de movilidad reducida.

Habrá que ver si las medidas que ha anunciado el Ejecutivo, que implican ampliar la zona azul y habilitar nuevos espacios para aparcar mientras se construye el parking de Rufino Torres, aplacan un poco los ánimos y dan un respiro a los problemas de aparcamiento y, de paso, al comercio local. Por lo menos las obras de aceras ya están prácticamente terminadas y son una cosa menos por la que preocuparse.