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Torrelodones en el tiempo de los bandoleros
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Torrelodones en el tiempo de los bandoleros

Por Lucía Oliveras
miércoles 02 de enero de 2019, 13:50h
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Puede servir de reflexión para los tiempos que corren que el bandolerismo sea un fenómeno social que surge desde el mismo origen humano cuando hay opresión y descontento social. No pertenecen a una época histórica ni a una zona geográfica en exclusiva.

La reciente conferencia en la Casa de Cultura de Isabel Pérez Van Kappel, vicepresidenta de la Sociedad Caminera del Real de Manzanares, titulada ‘Salteadores, bandidos y bandoleros en Torrelodones’ nos ha permitido conocer este fenómeno y su relación con Torrelodones alrededor del siglo XIX. El título de la conferencia nos habla de la evolución histórica de este fenómeno: en origen fueron aquellos que tomaban partido o bando actuando con ciertos valores: caballeros medievales, guerrilleros contra la invasión francesa... pero también fugitivos ‘por edicto o bando’ y terminaron siendo definidos como ‘bandidos, ladrones, salteadores de caminos’.

Torrelodones peligroso

La Sierra madrileña ofrecía cruces de caminos solitarios y movimiento de viajeros hacia la capital, con numerosos mesones y postas donde corría el vino y la información, asi como parajes donde ocultarse. Pérez Van Kappel ha recuperado crónicas de la época, como la del Diario de Avisos de 1833 que menciona el robo en la iglesia de Torrelodones y el castigo: colgar las cabezas de los bandidos en el mismo pueblo. También lo que cuenta un libro de 1848 publicado en Paris sobre la España pintoresca: “(...)aunque no cuente con más de veinticinco habitantes, tiene cincuenta ladrones. No les diremos si el dicho es cierto: lo que podemos afirmar es que Torrelodones, él solo, ¡da más trabajo a los alguaciles que una provincia entera!”.

Algunos nombres han pasado a la Historia, aunque con pocos datos. Uno de ellos fue Isidro el de Torrelodones, al que describían “con cara de criminal y labio leporino”. Era de la misma banda que Pablo Santos, el bandido de La Pedriza. Y aunque hay varias versiones, dicen que Isidro dio muerte a su jefe de un trabucazo tras una pelea por un botín. Y la historia de otro vecino, Cayetano Terol, “un pobre bracero que robaba por necesidad”. Una vez en la cárcel se junta con una partida política con la que consigue escaparse, pero fue detenido por un vecino de Hoyo de Manzanares que colaboraba con el Ejército. Sin pruebas le acusan de robos en el entorno del arroyo de Trofas, de un asesinato en Rascafría y de pertenecer a la banda del Pájaro de Miraflores, por lo que le ahorcan en la plaza de la Cebada en 1826.

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