En este número de MasVive hablamos de uno de los espacios de convivencia por excelencia en cualquier ciudad, los parques. Torrelodones tiene muchos y muy especiales y, tal vez, como dicen que conocer es querer, ahora que ya saben un poquito más sobre ellos empiecen a respetarlos, quererlos y cuidarlos más. Es en los parques donde tradicionalmente han hecho su socialización los menores en las ciudades, espacios abiertos al juego y a la imaginación. Hay pocos lugares mejores para descansar y recargar pilas, para practicar deporte al aire libre, para mantener una charla reposada o, simplemente, para ver la vida pasar. Para convivir en armonía, que es algo que nos hace mucha falta.
En el extremo expuesto de esa convivencia armónica se encuentran los autores de las pintadas aparecidas en dos ocasiones a lo largo del verano en los bancos y asientos de la calle del Instituto Diego Velázquez de Torrelodones. Unos actos que van más allá de lo que se puede considerar una gamberrada. No son una gamberrada los ataques vandálicos continuos que sufren el mobiliario urbano y los parques de la localidad -de eso también les hablamos en nuestro reportaje- y mucho menos esas pintadas de contenido homófobo llenas de amenazas, símbolos fascistas e insultos. Son la demostración de que algo no está bien en la cabeza de un sector afortunadamente minoritario de la sociedad que ante la diferencia se instala en la intolerancia y el odio.
Pero aunque sean sólo unos pocos, no se puede banalizar lo que ha ocurrido este verano en Torrelodones porque quitarle importancia a este tipo de actos es, en cierta medida, restarle gravedad al asunto. El año pasado, según datos del Observatorio contra la LGTBfobia, se registraron 240 incidentes homófobos en la Comunidad de Madrid, entre ellos 59 agresiones físicas (6 muy graves), 77 verbales, 20 situaciones de acoso o 31 episodios de amenazas. Este año se llevan ya contabilizados más de 190 incidentes de este tipo, tipificados como ‘delitos de odio’ y en muchos casos conducidos por individuos pertenecientes a grupos de extrema derecha.
Es especialmente repugnante que el ataque afecte, además, a un centro educativo, un Instituto que debería ser un espacio de tolerancia para los jóvenes y un lugar seguro para los menores LGTBI. Sólo podemos manifestar nuestra más firme condena, desear que no se vuelva a repetir algo así y esperar a que las fuerzas de seguridad den con los malnacidos que van repartiendo odio con sus sprays para que reciban su merecido castigo.
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